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La lucha contra el calentamiento global se sustenta en una terrible paradoja: la conciencia ecologista se extiende por el planeta y cada vez los gobiernos toman más medidas, pero los efectos devastadores de la emergencia climática van más rápido y tapan los pequeños y los ... grandes gestos que sí se están haciendo. Por cada bosque recuperado en Sri Lanka, un incendio asuela la selva del Amazonas; por cada multinacional que se compromete a reducir sus emisiones, un tifón arrasa la costa de Japón. «Todos los fenómenos adversos se están acelerando», alerta Íñigo Losada, director de investigación de la Universidad de Cantabria, durante el foro 'Qué estamos haciendo y qué necesitamos hacer', celebrado este miércoles en la COP25.
Pero políticos y sociedad civil no siempre van de la mano. El director de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Francia, Philippe Lacoste, lo sabe bien. Su Ejecutivo aprobó hace más de un año un ambicioso plan que preveía, entre otras medidas, gravar a los vehículos diésel. La decisión, sin embargo, soliviantó a una parte de la sociedad, y ahí se encuentra el origen de los chalecos amarillos. «El diálogo entre la política y la sociedad es clave. Nosotros nos hemos dado cuenta de que escuchando a la gente se pueden mejorar las cosas», ha contado Lacoste.
Pero a veces ocurre que la población aprende después de una desgracia. En agosto pasado, el huracán Dorian arrasó el Caribe. Murieron 71 personas, más de 3.500 fueron evacuadas y se alcanzaron vientos de 300 kilómetros por hora. En esas pequeñas islas, los vehículos, antiguos y muy contaminantes, son la principal fuente de emisiones a la atmósfera. Pero desde el huracán, algunas cosas parece que están comenzando a cambiar. «Mucha gente se dio cuenta de que el cambio climático no es una abstracción, sino que lo tenemos aquí», ha subrayado la bahameña Adelle Thomas, investigadora del proyecto IMPACT, sobre la emergencia climática en el Caribe.
Los científicos no se dejan vencer por el pesimismo e insisten en que se están haciendo cosas: inversiones en compañías que reducen sus emisiones, financiación para empresas de energía renovable, recuperación de espacios naturales en todo el mundo... «Pero queda mucho camino por recorrer», reconoce el responsable de la Acción Climática del Gobierno de Chile, Gonzalo Muñoz. «Y ahora mismo, casi lo más importante es que cada uno de nosotros nos preguntemos: '¿Qué puedo hacer yo?».
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