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La temida gripe desapareció en 1918. Salvada la población de la devastadora enfermedad de la influenza, también se cortaba la vía de investigar con las técnicas actuales al virus que la causaba. Sin embargo, Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos ... Emergentes de la Escuela de Medicina de Monte Sinaí (Nueva York, Estados Unidos), logró recrear este virus extinto, a partir de una técnica genética de recombinación de ADN. Por sus aportes al campo de la microbiología y a la lucha contra las enfermedades infecciosas, García-Sastre ha sido elegido para formar parte de la Academia Nacional de las Ciencias, el máximo honor de un científico que trabaja en Estados Unidos, y que sólo reciben aquellos que han contribuido de manera sobresaliente a sus áreas de estudio.
«Su trabajo ha permitido la reconstrucción del desaparecido virus de la influenza de 1918, ha llevado a la identificación del papel biológico de la proteína NS1 de este virus como antagonista del interferón, y sido parte de los esfuerzos por desarrollar una vacuna universal contra el virus de la influenza», afirmó su colega de la institución de Nueva York, Peter Palese, profesor de Medicina y experto en Enfermedades Infecciosas en la institución de Nueva York, donde García-Sastre trabaja desde hace dos décadas con técnicas aplicadas al genoma para combatir enfermedades como la malaria o el sida.
Con casi quinientas publicaciones y más de medio centenar de patentes, García-Sastre se graduó en Medicina en la Universidad de Salamanca, donde también realizó su doctorado. En 1991 comenzó a investigar en la Universidad de Monte Sinai, gracias a dos becas, hasta que en 1993 se convirtió en profesor asistente del departamento de Microbiología. Catedrático desde 2004, se ha dedicado a estudiar la biología molecular de los virus con «estrategias novedosas para la expresión de antígenos extraños por un virus de ARN de cadena negativa», según explica en su perfil de investigador. Este desarrollo de técnicas de «genética inversa» ha abierto la puerta a la generación y evaluación de nuevas vacunas contra diferentes enfermedades infecciosas.
También ha investigado sobre las causas de la inhibición del sistema de interferón en el organismo, que permite el contagio de enfermedades como la influenza. Actualmente dirige el Centro de Investigación sobre Patogénesis de la Influenza (CRIP, por sus siglas en inglés), uno de los cinco «centros de excelencia para la investigación y vigilancia de la influenza». Su nombramiento como nuevo miembro de la Academia Nacional de Ciencias, una institución norteamericana privada sin fines de lucro fundada en 1863, se suma a reconocimientos como el 'doctor honoris causa' de la Universidad de Burgos e ingresar a la Real Academia de Farmacia de España.
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