España logra una escasa reducción de CO2 solo gracias a las lluvias

Los hogares y el transporte continúan con el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y el país está muy lejos de ejecutar el recorte de un 33% comprometido para 2030

Jueves, 14 de noviembre 2019, 17:03

España logró reducir en 2018 la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, los principales responsables del cambio climático, en un 2,3% respecto al año anterior. La cifra de emisiones, 340,7 millones de toneladas de CO2 generadas por la actividad económica ... y social anual de todos los residentes, es el cuarto volumen más bajo de la última década, tras los datos de 2013, 2014 y 2016.

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Lo que en principio parece una tendencia positiva, un paso adelante de España en la lucha contra el calentamiento global, es, sin embargo, una realidad «engañosa», según explicó el portavoz de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. La parte principal de estas ocho millones de toneladas menos de CO2 que se lanzaron en 2018 a la atmósfera hay que agradecérsela no a la influencia de medidas o políticas correctoras sino, principalmente, a que fue un año más lluvioso que el conjunto de 2017, lo que acumuló un mayor volumen de reservas en los pantanos y, por lo tanto, permitió un mayor uso de una energía limpia como es la generada por los saltos hidráulicos.

Andaluz explicó que, como ha ocurrido desde el final de la crisis en 2013, todos los años con reducciones, 2016 y 2018, se han debido simplemente a una mayor utilización de las centrales hidroeléctricas, lo que el ejercicio pasado permitió una reducción aproximada de un 15% en el uso de las centrales termoeléctricas de carbón y de gas, las primeras de ellas sobre todo fuertes generadoras de CO2 y de partículas contaminantes, y de un 5% de menor uso de las centrales de gasóleo. No obstante, también ayudó a lograr la reducción del año pasado, aunque en bastante menor medida, el aumento de entre un 3% o un 4% en la producción de electricidad en España a partir de energías renovables.

Mal camino

Prueba de la escasa reducción de CO2 que en 2018 fue debida a las mejoras estructurales en la lucha contra el cambio climático es que el único sector que rebajó sensiblemente las emisiones fue la rúbrica de energía, con un caída anual del 11,6%, casi cinco veces mayor que la conseguida por el conjunto de la economía. La industria solo mejoró un leve 1,6% y el transporte, los hogares y la ganadería, sectores que suman más de la mitad de las emisiones españolas, empeoraron en un 2,6%, 2% y 0,6%, respectivamente. El débil recorte real de emisiones logrado por España se observa también en que, pese a la bajada, el CO2 lanzado en 2018 a la atmósfera es todavía un 2,55% mayor que en 2013, el año que tocó fondo la crisis económica y en el que las emisiones fueron bajas por la escasa actividad.

El portavoz de Ecologistas en Acción considera que a este bajo ritmo de reducción anual de las emisiones será prácticamente imposible que España, que el mes que viene será anfitriona de la Cumbre del Clima (COP25) de la ONU, cumpla el Acuerdo de París, que le obligan bajar para 2030 sus emisiones de efecto invernadero a 227 millones de toneladas, un 21% menos que en 1990. Eso supondría nada menos que reducir 113 millones de toneladas de CO2 en once años, es decir, recortar en un 33% los gases de efecto invernadero que en la actualidad arroja a la atmósfera la economía española.

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Cumplir con París reduciría a la mitad la subida del mar

La diferencia entre que el mundo cumpla o no con la reducción de los gases de efecto invernadero que ha comprometido en el Acuerdo de París supondrá que el agua del mar suba de media en las costas españolas a finales del siglo XXI entre 30 y 40 centímetros o que lo haga nada menos que el doble, entre 70 y 80 centímetros. Así lo indica un estudio realizado por el Ministerio de Transición Ecológica y el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, que estará disponible para instituciones, investigadores y ciudadanos desde mañana en la web del ministerio.

El trabajo, coordinado por Íñigo Losada, indica que a medio plazo, se haga lo que se haga para reducir el CO2, no habrá grandes diferencias que condicionen el ritmo de subida del mar en la costa española, que oscilará entre 17 y 35 centímetros de media para el período 2025-2045. Donde las diferencias son enormes, según el escenario elegido, es en el final de siglo (2081-2100). En el mejor escenario, cumpliendo con París (cero emisiones en 2050), el mar subirá de media 30 o 40 centímetros; en el supuesto malo (las emisiones crecen hasta 2050 y luego se estabilizan), el ascenso será de 55 a 70 centímetros; y en el peor de todos (no dejan de crecer), el agua subiría entre 70 y 80 centímetros de media, con más de 80 en la zona atlántica de Galicia, buena parte de Levante y Baleares, y con más de un metro en las costas de Canarias.

Estas son las conclusiones generales, pero el verdadero valor del estudio es que anticipa a medio y a largo plazo el comportamiento de todos los factores de riesgo (nivel del mar, oleaje, marea meteorológica y temperatura superficial) según los distintos escenarios del cambio climático y predice los impactos que causará (inundaciones, erosión, salinidad, etc.) en cada punto de la costa española peninsular y de los dos archipiélagos -tiene 1.195 puntos de control-, y en cada momento. Esto permitirá a administraciones y particulares diseñar planes concretos para anticiparse en cada zona a los daños que traerá el calentamiento global, sobre todo en islas, playas, zonas bajas del litoral, deltas y desembocaduras.

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