EUROPA PRESS
Jueves, 16 de marzo 2017, 14:18
Un equipo del Laboratorio de Estructuras de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad CEU San Pablo ha llevado a cabo el experimento de levantar con "un puñado" de espaguetis un coche, con el fin de poner en práctica junto con los estudiantes los conocimientos ... adquiridos sobre resistencia de materiales.
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Concretamente, han empleado 250 gramos de este alimento crudo (264 espaguetis) para levantar dicho vehículo, de la marca SEAT y con un peso aproximado de 1.200 kilos en su laboratorio, ante la mirada de un numeroso grupo de escolares.
"La teoría señalaba que este reto era posible -han explicado los responsables del experimento-. Una vez que se puede conocer cuál es el peso que puede pender de una barra, cuál es el peso del coche, y como se consigue unir firmemente el coche a las barras de espagueti y al mecanismo de elevación. Respecto al peso que puede colgarse de un espagueti, se ha estimado a partir de hacer numerosos ensayos y un estudio estadístico en el Laboratorio de Materiales y Reología de la Universidad CEU San Pablo. Y respecto a la forma en que se une firmemente el coche a barras y elevador, ha habido que hacer el diseño de piezas específicas y probar con numerosos sistemas y tipos de adhesivos. Por consiguiente, se trataba de un problema de ingeniería, que debería resolverse con ciencia y con ingenio".
Según la facultad, el resultado ha sido un "éxito rotundo" y constituye una muestra de la metodología de enseñanza que lleva a cabo la institución, que incluye casos prácticos para que los estudiantes compitan por aportar las mejores soluciones y experimenten con las competencias teóricas adquiridas.
En este caso, que se lleva a cabo coincidiendo con el 50 aniversario de la facultad, el reto ha sido capitaneado por el director de la División de Arquitectura del laboratorio, Federico de Isidro, aunque antes de resolver finalmente el reto se ha contado con estudiantes de la facultad para diseñar diferentes estructuras, han construir modelos y probarlos en las máquinas hasta llevar las estructuras al colapso.
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"Compiten entre ellos y todos los alumnos aprenden de los diseños de todos los grupos, que son necesariamente diferentes. Gana el grupo que predice mejor el comportamiento de la estructura, construye la estructura más robusta, o aquella que siendo robusta emplea menos material. La competición estimula al alumno, adquiere experiencia a partir de un modelo real que ha fabricado, y profundiza en los aspectos más sofisticados, seguramente mucho más que realizando un examen", aseguran desde la universidad.
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