Daniel Cabornero
Jueves, 2 de marzo 2017, 13:24
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha demostrado por primera vez y sobre el terreno que, dentro de una misma especie de aves, las que no migran son más dominantes e incluso más agresivas que las que sí ... lo hacen.
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Dicho estudio ha centrado sus esfuerzos en las currucas capirotadas de los sotos del río Serpis de Alcoy (Alicante), constatando que las residentes sacan su vena más feroz frente a las migratorias para así defender sus territorios y sus fuentes de alimentación.
"Las currucas residentes 'ganaban' los enfrentamientos donde competían con las migratorias. A pesar de ser más pequeñas, parecen ser más 'peleonas'; es decir, mostraron un comportamiento más agresivo", ha comentado Michelangelo Morganti, investigador del departamento de Zoología y Antropología Física de la UCM y principal autor de tal hallazgo en el que también colaboraron Giacomo Assandri, José Ignacio Aguirre, Álvaro Ramirez, Mario Caffi y Francisco Pulido.
Así, Morganti y sus compañeros han indagado en las diferencias de comportamiento entre ejemplares viajeros y residentes de uno de los pájaros migratorios más abundantes en Europa. Y es que la capirotada (Sylvia atricapilla) es el ave preferida de muchos ornitólogos debido a la habitual convivencia en una misma zona geográfica de currucas que migran con currucas que no lo hacen.
Acorde a los científicos de la Complutense, cuyos avances se han publicado en un artículo de la revista Animal Behaviour, esta actitud podría explicarse porque tratan de salvaguardar sus territorios de nidificación a lo largo de todo el año. Además, según han explicado, "gracias a su 'valentía' consiguen acceder antes a las fuentes de comida en invierno".
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Han diferenciado dos tipos de currucas migratorias. El grupo minoritario lo forman las aves que se reproducen en primavera en el valle del Serpis y que en invierno se marchan a otras áreas buscando condiciones más favorables. Mientras que el mayoritario lo engrosan las que pasan su invierno en la zona alicantina y migran en primavera hacia zonas de cría en el centro y el norte de Europa.
En adición, los investigadores han reflejado en su artículo que "las aves residentes se mueven poco de su área de reproducción" y que, en invierno, "tienden a explotar recursos alimenticios más variados que las migradoras, posiblemente, porque conocen mejor el territorio".
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Rastreo por radiotelemetría
Para efectuar el seguimiento de estos pájaros, los científicos han utilizado técnicas de radiotelemetría. Éstas se han basado en colocar en la espalda de las currucas varios radioemisores miniaturizados, de unos 0,4 gramos y del tamaño de una lenteja. Tales dispositivos emitían una señal acústica constante, al estilo del canario que aparece en la película 'La llegada' (Denis Villeneuve, 2016).
"Para localizar a las aves, el investigador lleva un receptor conectado a una antena y unos auriculares. Moviéndose por la zona se pueden localizar sus posiciones sin molestarlas", ha aseverado Morganti al respecto de esa radiotelemetría.
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Varios expertos de la Universidad de Pavía (región italiana de Lombardía) y del Museo de las Ciencias de Trento (también en Italia) han participado en estas revelaciones de Animal Behaviour, que han sido las primeras en demostrar 'in situ' el poder dominante de las aves afincadas respecto a las migratorias.
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