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La violencia contra la infancia y la adolescencia en España, que ha tenido su último caso más dramático en el niño Gabriel Cruz, es una realidad «alarmante y en continuo ascenso». Es la voz de alerta que dio hoy la Fundación ANAR en el Congreso ... de los Diputados, donde presentó, a políticos y agentes sociales, las datos del informe realizado a partir de los 2,4 millones de llamadas de ayuda que recibió en sus teléfonos entre 2009 y 2016.
La conclusión general del estudio es que, en esos ocho años, las situaciones detectadas de violencia contra menores se han multiplicado por cuatro, desde las 1.487 de 2009 a las 5.930 de 2016. Y eso que tienen claro que los 25.312 casos del periodo son la punta del iceberg, porque han comprobado que solo el 14% de los chicos inmersos en violencia denuncia y que, de media, tardan dos años en dar el paso y contar lo que les ocurre. Esto hace que esta lacra, aseguraron, sea aún una tragedia invisible en España.
No solo aumentan las víctimas sino que cada vez se detecta una mayor gravedad. El 98,5% de las demandas de ayuda son de una gravedad media y alta, con unos 18 casos importantes al día, y en 3.605 ocasiones tuvieron que llamar a la policía o a emergencias, ante situaciones que requerían de una intervención inmediata. De hecho, el estudio demuestra que, además de la gravedad, también se eleva cada año la frecuencia con que el niño sufre la violencia (el 62% diaria) y su duración (de un año en más del 58% de los ocasiones).
El ataque que padece el mayor número de menores es el maltrato físico. Uno de cada tres comunicantes recibe golpes, bofetadas, puñetazos, patadas... que en el 6,7% de casos incluyen traumatismos. Pero no es el tipo de violencia con mayor crecimiento desde 2009. A la cabeza de la lista están la violencia de género -tanto familiar como de pareja-, con un aumento del 682%; el maltrato psicológico (604%); la violencia escolar (584%); y el ciberacoso y el engaño pederasta (grooming), con un 410%.
Los expertos destacan otro dato muy preocupante por su vertigioso crecimiento desde 2012. En cuatro años se han multiplicado por 14 la víctimas que se autolesionan y por seis las que tienen ideaciones o intentos suicidas, hasta ser comportamientos ya presentes en uno de cada diez casos tratados.
La evolución del perfil de la víctima es preocupante. Cada vez son más jóvenes. La media de edad ha pasado de 12,3 años a 11,5 y la edad de inicio de la violencia ha bajado a 9,6 años. De hecho, el mayor crecimiento de casos se da en la franja de edad de 5 a 12 años, donde se han duplicado, y se debe a la subida de abusos sexuales, violencia de género y abandono. Los dos primeros factores son los que explican también que el el 57% de las víctimas sean chicas, tres puntos más que en 2009. Ellas reciben el 75% de los abusos.
El agresor tipo es la familia directa. En el 66% de las ocasiones son los padres o la pareja y en un 21% otros menores. Esto explica que la violencia infantil se produzca en el 70% de los casos en los hogares -un 73% en los abusos- y un 28% en los centros escolares. El único apoyo familiar de estos niños son sus abuelos (en un 19% de los casos) y sus amigos (en el 48%).
La fundación ANAR reclamó a los políticos una ley integral contra la violencia infantil urgente. Propone, entre otras medidas, que regule el acceso de menores a internet y se prohíban los móviles en los colegios, que cree juzgados especializados como los de violencia machista, que se inhabilite profesionalmente para el trato con menores a los maltratadores, y que se suspendan las visitas al padre encausado por violencia machista.
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