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Los Gobiernos, sobre todo los que más gases de efecto invernadero emiten, como China o India, no están a la altura de los drásticos esfuerzos que son imprescindibles de aquí al final de la década para evitar que la temperatura del planeta suba más de ... 1,5 grados para así poder cumplir con el Acuerdo de París. Si los Estados no elevan notablemente los compromisos de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) que han traído a la COP26 de Glasgow, el cambio climático desatará a partir de 2030 toda clase de catástrofes y extenderá la sequía, las enfermedades, el hambre y la miseria por todo el globo.
Sin embargo, Oxfam publica hoy, en el marco de la Cumbre del Clima, un informe que deja claro que si se quiere frenar a tiempo el cambio climático no solo se necesitan políticas estatales masivas que arrinconen con más decisión la quema de combustibles fósiles. Según esta ONG, será preciso que esas medidas vayan dirigidas a limitar, en concreto, las emisiones generadas por los lujosos y despreocupados hábitos de vida de los ricos de la Tierra.
Caso contrario, solo el CO2 generado en 2030 por los caprichos del 10% más pudiente del planeta -los que ingresan por encima de 50.000 euros anuales de 2011- superará con creces las 25 gigatoneladas de gases de efecto invernadero que como máximo podrán llegar a la atmósfera en esa fecha para que la temperatura no sobrepase en 1,5 grados la de la época preindustrial. Es decir, solo el comportamiento de estos 800 millones de personas hará imposible controlar el calentamiento global y alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050.
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Iñigo Gurruchaga
Es la conclusión principal del análisis de los expertos del Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI) y del Instituto de Política Ambiental Europa (IEEP). Alertan de que si no se pone límite a los actuales hábitos de los ricos dará igual el esfuerzo por frenar el cambio climático que haga el 90% restante de la población, pues será imposible cumplir lo pactado en 2015 en París para evitar la catástrofe.
Los expertos de la ONU avisan de que para que el planeta evite un calentamiento excesivo en 2030 cada habitante, unos 7.900 millones por entonces, no podrá lanzar a la atmósfera más de 2,5 toneladas anuales de CO2. La mitad de lo que emite ahora.
Los cálculos de los especialistas que colaboran con Oxfam indican que el problema no es solo que los compromisos de los Estados se queden muy lejos de los ritmos mínimos marcados por la ONU. El problema es que mientras cada uno de los 4.000 millones de pobres que al final de la década habrá en la Tierra -los que ganen menos de 8.500 euros anuales- emitirán una tonelada de CO2 o menos al año per cápita, menos de la mitad de lo que podrían hacer, cada uno de los 80 millones que formarán el 1% más rico -los que ingresen más de 150.00 euros anuales- emitirán de media 70 toneladas de CO2.
Eso sería unas 30 veces más de lo que les correspondería. Solo esta élite sería responsable del 16% de los gases invernadero que calentarían el planeta. El 23% de este 1% de inconscientes privilegiados vivirá en China, el 19% en EE UU y el 11% en India. Estos afortunados, que representan menos de la población de Alemania, deberían reducir antes de 2030 en un 97% su actual generación de dióxido de carbono para cumplir la cuota per cápita máxima que permitirá salvar la Tierra.
El 10% de los más ricos, si no se restringen sus consumos, también multiplicaría las emisiones máximas por persona por nueve, lo que arruinaría cualquier esfuerzo de los demás. Solo el CO2 de cada vuelo de 11 minutos al espacio, como los que hacen multimillonarios como Jeff Bezos, es mayor que el que generará un pobre a lo largo de toda su vida.
Jacobo Ocharán, portavoz de Oxfam, lamenta que «parece que una pequeña élite tiene barra libre para contaminar todo lo que quiera». «Hay que limitar las emisiones generadas por los artículos y servicios de lujo, por los megayates, los jets privados o las inversiones intensivas en carbono», reclama Tim Gore, autor del informe y directivo del IEEP.
La pandemia ha causado daños irreparables a niveles sociales, económicos y emocionales pero, paradójicamente, en sus momentos más duros supuso un respiro para el planeta. El parón casi a nivel mundial de la industria redujo un 5,4% las emisiones de CO2. Fue un espejismo. Según los datos de un estudio de publicado durante la cumbre del cambio climático que se celebra en Glasgow, por Global Carbon Project, un consorcio internacional de científicos, las emisiones mundiales de dióxido de carbono, han vuelto a niveles récord.
Las cifras del plantel de expertos confirman que en 2021 el porcentaje de este gas de efecto invernadero soltado a la atmósfera crecerá un 4,9%. Es decir, solo un punto por debajo de su dato más alto, marcado en 2019. El motivo principal, el uso de combustibles fósiles. El carbón sigue siendo el mayor culpable de la contaminación y las emisiones debidas al petróleo han aumentado un 4,4%, algo por debajo de las cifras precovid, aunque aún pueden repuntar ya que «el sector de transportes no ha recuperado aún los niveles previos a la crisis.
«Este informe es un jarro de agua fría», explicó una de sus coautoras, Corinne Le Quéré, profesora de Cambio Climático en la Universidad de East Anglia. «Demuestra lo que está sucediendo en el mundo real, mientras que aquí en Glasgow hablamos de cómo lidiar con el cambio climático», añadió.
Por países, el que arroja peores datos es China que ya representa el 31% de las emisiones de CO2, seguido de Estados Unidos, con un 14% de las emisiones planetarias, la UE con un 7% e India, el cuarto emisor, con un 7%. La buena noticia es que tanto la UE como el gigante americano presentan caídas.
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