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Mariluz llevaba tres años a disgusto con su cuerpo. Si un día se ponía un tatuaje, al siguiente se presentaba ante sus amigos con un 'piercing' en el lóbulo de la nariz. Una semana después iba a la peluquería y se cortaba el pelo de ... manera radical. Pero el malestar que sentía Mariluz era de otro orden, estaba relacionado con la identidad y el deseo de ser mujer y no con los cambios estéticos. A los 22 años inició su transición para ser mujer, aunque no sabía por dónde empezar. ¿Por la voz?, ¿administrándose hormonas?, ¿con un cambio de ambiente? Esa falta de referentes demoró su proceso, hasta que poco a poco, gracias a las reuniones en organizaciones LGTBI y viendo vídeos en YouTube, sus propósito fue adquiriendo fuerza. «Desde muy cría sabía que yo quería ser una chica, pero tenía claro que no quería acabar en la calle como prostituta». Mariluz ha tenido el apoyo de sus padres, que le pagan los estudios universitarios de Publicidad y la han acompañado en su ruta hacia la femineidad. «No sé si me sentía una persona enferma, pero desde luego sí que me consideraba un bicho raro». Mariluz será una de las primeras beneficiarias de la ley trans, cuyo anteproyecto de ley aprobó ayer el Consejo de Ministros. Seguirá tomando estrógenos bajo supervisión de un endocrino, pero respira aliviada por no tener que contar su vida a un psiquiatra, cosa que le desagrada en extremo.
El anteproyecto de la nueva ley trans excluye por primera vez la necesidad de que exista un informe médico para el cambio de sexo. Se trata de un paso más, el definitivo, para la despatologización de las identidades trans que tanto los colectivos LGTBI como los organismos internacionales llevan años reclamando. No se trata solo de una reivindicación de los transexuales, sino también de los psiquiatras. La Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) argumenta que muchas personas trans tienen trastornos mentales, pero no porque la transexualidad sea la causa, sino por la «falta de comprensión, estigma y estrés que esta condición comporta». De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sacado la transexualidad de la lista de enfermedades mentales. La decisión de la OMS ha sido clave para intentar la normalización de las vidas de los trans, algo parecido a lo que ocurrió en 1990 con la despatoligización de la homosexualidad.
Sin embargo, la eliminación de informes médicos o de años de hormonación como requisitos previos para elegir el género no debe suponer pasar del todo a la nada. «Cualquier persona que tome decisiones como cambiar de sexo y afrontar cirugías de reasignación u otras terapias tiene que estar muy bien informada y recibir la valoración de un médico», explica el psiquiatra Eduardo Elorza. En este sentido, Jaime González, psicólogo de GALP, previene del peligro de que la «despatoligización» signifique «desmedicalización»: «No hay lugar a la duda, la transexualidad no es una patología, pero me inquieta que la ley trans allane una senda de desmedicalizacion que cause desprotección entre los menores».
La Asociación Española de Pediatría prefiere que pasen unos días para madurar una reflexión lejos del ruido mediático. Aun así, en un documento de 2018 ya planteaba que las nuevas realidades que van surgiendo en torno a la diversidad sexual plantean dilemas complejos. «La identidad la construye la propia persona. La constitución de la masculinidad o de la feminidad es el resultado de un proceso, que se va fraguando en interacción con el medio familiar, social y cultural». Por todo ello, los pediatras reivindican el papel de la psicología. «La valoración y el asesoramiento psicológico pueden ser instrumentos de éxito en la transición de género en lugar de impedimentos para el ejercicio de la elección».
Para los menores transexuales, ser llamados por su nuevo nombre es un paso decisivo, el banco de pruebas de su nueva sexualidad. «La inmensa mayoría de alumnos son arropados por sus compañeros, profesores de colegios e institutos cuando llevan a cabo el cambio de identidad», asegura Jaime González. No obstante, el psicólogo cree que hay trabajo pendiente para proteger a estos chavales de la hostilidad y la discriminación. «Muchas veces todo depende la buena voluntad de centro».
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