Cuando llegó la covid, la fundadora de la Orquesta Filarmónica de las Américas de Nueva York, Alondra de la Parra, vio cómo se cancelaban sus actuaciones. Primero por dos meses, después hasta diciembre y luego más de un año. Encerrada en su casa, esta ... directora de orquesta, radicada en esta ciudad norteamericana pero originaria de México, donde estudió chelo y composición, comenzó a crear un nuevo proyecto a favor de un tema que siempre le había preocupado y que había llevado como una mochila mental durante todos sus años profesionales: los feminicidios. «El tema de la violencia contras las mujeres en México, mi país, ha escalado a índices inconcebibles. Más de nueve mujeres y siete niños asesinados por día. Con la pandemia, los índices subían», recuerda de la Parra, en su ponencia 'Sí, ella dirige', en Santander WomenNOW. «Hubo un momento de depresión y me empecé a hacer una pregunta: qué estarán haciendo los demás músicos y qué tal si... Tenía la tecnología y propuse a mis músicos favoritos un proyecto para recabar fondos y crear conciencia».
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Como directora de orquesta De la Parra ha logrado «estudiar el comportamiento humano» en una situación donde «sólo la emoción de los seres humanos se mezclan para conmover a otros, con una «comunicación profunda que sobrepasa nuestras convicciones individuales para contribuir algo colectivo. Una orquesta es un microcosmos que nos permite ver el ideal del comportamiento humano. Es una fotografía hermosa de la civilización».
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La respuesta fue positiva y De la Parra logró reunir a «todos los grandes solistas de la música sinfónica» que, como a ella, les sobraba el tiempo y las ganas. Se bautizaron como La Orquesta Imposible. «Reuní a 30 de solistas que tocan en diferentes orquestas y que aquí tocan juntos». Los músicos empezaron a trabajar. Ella les dio la partitura de 'Danzón número 2' de Arturo Márquez, un compositor vivo de México. Por vídeo conferencia, les dirigió, de forma individual hasta «lograr un hermoso video de 12 minutos». «Todos se conectaron y participaron como nunca para lograr lo más cercano a lo que hubiera sucedido si todos nos hubiéramos podido juntar. Lo grabamos en seis ciudades distintas». El resultado fue que entre patrocinios y visionados lograron recaudar unos 350.000 euros que entregaron a unas ONG para «contener, prevenir y concienciar en temas de violencia». «Descubrí que cuando el mundo sufre los artistas tenemos que hacer nuestra labor. No debemos desaparecer para dejar todo en manos de políticos y científicos».
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