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Dos clientas del hotel se percataron de la maniobra. Según relataron a la policía, vieron cómo una camarera se acercaba a la vitrina de los postres y vertía un líquido amarillento sobre el yogur y la bandeja de las rodajas de piña, llegando a salpicar incluso a la de la sandía cortada. Era lejía.
La Policía Nacional logró identificar a la empleada que presuntamente vertió el líquido «con el ánimo de causar un grave perjuicio al establecimiento mediante una intoxicación alimentaria», ya que era su último día de trabajo y se enteró de que no iba a ser renovada, según la investigación policial y judicial.
La mujer, de unos 50 años y sin antecedentes penales, se sentará próximamente en el banquillo de los acusados para enfrentarse a una posible condena a tres años de cárcel, que es la pena que solicita para ella la Fiscalía de Málaga.
En concreto, se le atribuye un delito contra la salud pública, tipificado en artículo 365 de Código Penal, por «envenenar o adulterar con sustancias infecciosas u otras que puedan ser gravemente nocivas» para la salud, sustancias alimenticias destinadas al «uso público o al consumo de una colectividad de personas», según la acusación.
La procesada, a la que defiende el abogado Luis Miguel Ruiz Braña, niega los hechos. Lo hizo desde el primer momento, cuando las dos huéspedes la identificaron y la directora del hotel, acompañada del jefe de seguridad, le preguntó por lo sucedido. «¿Qué me estás diciendo, que estoy loca? ¿Cómo voy a envenenar a unos niños?», respondió.
El suceso ocurrió a las 20.50 horas del 31 de mayo de 2023, cuando se desarrollaba el buffet libre del hotel. Las dos huéspedes vieron que la trabajadora, tras echar lejía sobre los postres, se retiró rápidamente a la zona de cocinas mientras empujaba el carrito de limpieza que utilizan para retirar la vajilla.
Acto seguido, las dos clientas, que estaban de vacaciones con su familia, informaron a la metre del hotel y le señalaron la empleada a la que habían visto verter la lejía. La jefa de sala del establecimiento alertó a su vez a la directora y al jefe de seguridad, que avisaron a la policía.
Cuando llegaron los agentes, los responsables del hotel les hicieron entrega de unos túper con los alimentos contaminados así como dos botellas de lavavajillas de limón y lejía amarilla de la marca 'El Trébol', que es la que utilizaban en ese momento en el establecimiento para la limpieza, para comprobar si era la que había usado.
La directora del hotel les explicó que ese mismo día vencía el contrato de trabajo de la acusada, a la que habían informado «en tiempo y forma» de que no iba a ser renovada, por lo que se presume que lo hizo como represalia.
El escrito de acusación de la Fiscalía recoge también otro episodio ocurrido cinco días antes, concretamente el 26 de mayo. Según el Ministerio Público, la procesada manipuló una botella de leche del bar del hotel y echó lejía dentro, aunque en este caso estaba destinada al consumo de los trabajadores del establecimiento.
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