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rubén fariñas
Lunes, 17 de abril 2017, 17:25
El futuro de la Semana Santa de León está garantizado.
Los pasos se llevaron los aplausos y los flashes durante estos diez días que con el Domingo de Resurrección llegan a su fin, pero los encargados de hacer más amenas las procesiones han sido ellos: los niños.
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Cientos de ellos han procesionado y se han mantenido en pie estoicos durante los largos recorridos. Otros, han requerido de los servicios de los padres para culminar el camino en brazos.
Y no sólo como hermanos de filas. Algunos no dudan a la hora de coger la corneta, el tambor o buscar el incensario y la bandera para sentirse importantes. Los más valientes, y pensando en dentro de pocos años, decidieron agarrar la mano de papá o mamá y acompañarles en la puja. Y, las más presumidas, apuestan por iniciarse como manolas.
En su penitencia de hoy está el futuro de la Pasión leonesa. Ahora, muchos lo ven como una aventura o una forma de diversión; pero pronto cargarán sobre sus hombros con el titular, cogerán el instrumento más pesado o cogerán las varas de mando de sus cofradías.
La Semana Santa de León tiene un buen porvenir y las nuevas generaciones llegan pisando fuerte para, dentro de no mucho, ser ellos los que pongan la túnica a sus hijos y permitan que la centenaria tradición siga engrandeciendo a la capital por muchos siglos más.
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