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Genaro Blanco en una foto de antaño.
A Genarín le atropelló un conductor temerario

A Genarín le atropelló un conductor temerario

El reciente descubrimiento de un recorte de periódico inédito -correspondiente al año 1929- arroja nueva luz sobre la muerte del famoso pellejero leonés

Guillermo carrizo

Martes, 14 de marzo 2017, 17:36

Todo leonés que se precie conoce la historia de Genarín, un curioso personaje local, pellejero de oficio, adicto al orujo y cliente asiduo de los locales de peor reputación de la ciudad.

Sin embargo, su peculiar biografía no habría pasado a la posteridad si no fuera por la trágica muerte que le sobrevino la noche de jueves santo de 1929, cuando murió atropellado, al pie de un cubo de la muralla, por el primer camión de la basura que circuló por León.

Según dicen algunos, el suceso aconteció mientras hacía sus necesidades, lo que sin duda le habría hecho estar desprevenido. A raíz de aquello, sus amigos, los cuatro «evangelistas», comenzarían a rememorar sus andanzas cada año, coincidiendo con el aniversario de su partida. Hasta aquí la versión oficial de los hechos.

Un nueva 'verdad' reveladora

El descubrimiento de un artículo correspondiente a un periódico palentino de la época (que se hacía eco de los principales acontecimientos ocurridos en León) aporta nuevos e interesantes datos sobre lo ocurrido.

Según la crónica, la noche del 28 de marzo de 1929, la camioneta del servicio de limpieza municipal - conducida por José María Saiz del Canto, de 19 años de edad - circulaba a la altura del arco de la cárcel cuando giró bruscamente para internarse en la calle Carreras, momento en el cual el conductor perdió el control del vehículo y, tras esquivar a duras penas a dos niños que correteaban por la zona, se estrelló contra un cubo de la muralla, apisonando contra la pared a: «un vendedor y comprador de pieles de liebre y conejo, Jenaro Blanco Blanco, de 64 años, domiciliado en Puente Castro». El desgraciado pellejero moriría en el acto.

A continuación se proporcionan detalles curiosos que hasta ahora no habían trascendido al público general o eran poco conocidos.

En primer y más importante lugar, el artículo achaca el siniestro a la imprudencia del conductor, al afirmar rotundamente que perdió el control de la camioneta debido a: «la velocidad que llevaba». Nada se cita sobre que Genarín estuviese haciendo sus necesidades en ese momento, por lo que bien pudiera ser que sencillamente se encontrase transitando por la calle (aunque desconocemos en qué condiciones). En base a ello, estaríamos hablando, en términos actuales, de la muerte de un peatón a manos de un conductor temerario.

La absolución del párroco de Santa Marina

Así mismo, se alude a que, para poder identificar al cadáver, se tuvo que separar la camioneta (con graves desperfectos) de la muralla. Mientras que el chófer salió indemne del accidente - si bien fue posteriormente detenido - sus dos acompañantes (José Díaz García y Andrés Arias) resultaron heridos de levedad, por lo que tuvieron que ser atendidos en la casa de socorro.

Finalmente, en el lugar de los hechos se personarían el párroco de Santa Marina la Real - Anastasio Fernández - y el juez de instrucción en funciones - Dionisio Hurtado -. Mientras el primero administraba al difunto la absolución y la extremaunción «sub conditione», el segundo ordenaba el levantamiento del cuerpo y realizaba las pesquisas necesarias para aclarar lo sucedido.

En resumidas cuentas, todo parece indicar que la de Genarín fue una de tantas muertes ocurridas a causa de un atropello por exceso de velocidad. Lo que nadie podía imaginar entonces es que, 88 años después, esta víctima de la carretera fuese conocida universalmente y contase con una cofradía que preserva su memoria.

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