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Esquila, clarín y tambor; esquila y tambor; y vuelta a empezar. Y una voz que surge en la noche: «Levantaos, hermanitos de Jesús, que ya es hora».
Esa singularidad, esa mención especial en la Declaración de Interés Turístico Internacional para la Semana Santa de León, es lo que ha llevado a La Ronda de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno a recibir el título que la Cámara de Comercio ha otorgado por octava vez al 'personaje singular' de la Semana Santa.
Se trata de un reconocimiento «a la historia» de la pasión leonesa. Y es que esta Ronda, que recorre en la madrugada de Viernes Santo la ciudad despertando a los hermanitos para que acudan a procesión, hunde su tradición en los albores del siglo XVII. «Es una tradición única, distinta y a la vez esplendorosa», defendía Javier Vega, presidente de la Cámara de Comercio.
El nombramiento responde a la «religiosidad, fe, tradición y legado» de un acto que en 2002 recibió la máxima distinción por su interés, como recordaba el alcalde de León.
El abad de la cofradía, Juan Muñiz, agradecía el reconocimiento y señalaba que todos los anteriores premiados -Victoriano Crémer, Luis García Zurdo, don Enrique, Máximo Cayón, Pablo San José, Eduardo de Paz, la Guardia Civil y las Madres Benedictinas- han tenido vínculos con el Dulce Nombre. «Si la Ronda destaca por algo es por su carácter singular».
Cuatro hermanos, papones de Jesús, recorren toda la noche la ciudad, de punta a punta y en las condiciones que sean. Según marcan los estatutos, tras el toque de campanas de la Catedral de León, a la medianoche, el sonido de la Ronda se iniciará en San Marcelo. Lo hacía como un rudimentario medio de comunicación, como «pregón, convocatoria y expresión de un sentimiento en una estampa popular característica de la Semana Santa, bajo la luz de la luna de Nisán y apuntando a los cuatro puntos cardinales el drama del calvario», tal y como relataba el cronista oficial de la ciudad.
Máximo Cayón habló de una «trilogía singular» para explicar en qué consiste la Ronda. «Levantaos, hermanitos; que han prendido a Jesús», vienen a decir los sonidos del clarín, el tambor y la esquila, en cinco tonos diferentes que representan las cinco llagas de Cristo. A partir de ahí, visita al alcalde, al obispo, al presidente de la Diputación, a la Subdelegación de Defensa y del Gobierno y al encierro del abad. Los sonidos representan el prendimiento -esquila-, el canto del gallo -clarín- y los redobles del patíbulo -tambor-.
El consiliario de la iglesia del Mercado, lugar en el que se viene celebrando el acto de este reconocimiento con motivo del Viernes de Dolores, ponía en valor el papel de la iglesia y su trabajo a través de la fe, y aprovechaba la ocasión para pedir colaboración a la Cámara de Comercio de cara a la próxima coronación canónica de Nuestra Señora del Mercado. Por su parte, el obispo Luis Ángel consideró «honrado y justo»este premio e invitaba a «tomar conciencia» del calvario que anuncia la Ronda.
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