La Redención trae el silencio al Domingo de Ramos en León

Justo con el alumbrar de farolas y monumentos, y tras esperar al paso del Dainos, el frío de la noche de la primera luna llena de la primavera acogió en sus brazos a la Redención. El recogimiento y la tradición volvieron a darse la mano esta vez en la puerta de un Museo Diocesano y de la Semana Santa que ve salir y llegar al cortejo formado por más de 800 papones.

El traqueteo de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención se apoderó de la capital y la noche le dio un sentir especial a una de las procesiones más queridas y admiradas a golpe de horqueta.

«A vosotros os llamo, hermanos de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención». Esta frase y tres llamadas en la puerta abrieron las puertas del museo. Pasaban unos minutos de las nueve porque hacía apenas unos instantes que la imagen del Dainos y todo su cortejo había pasado.

La imagen del Padre Jesús de la Misericordia era la encargada de abrir el desfile. El silencio se fue instalando entre todos los presentes, respetando los nervios y la emoción de unos braceros que maniobraron para sacar el paso a la calle Mariano Domínguez Berrueta y encararlo hacia la plaza de Regla. El sonido de las horquetas empezaba a romper ese silencio casi completo que invadía la escena.

Con el primer trono casi frente a la Catedral, llegaba el turno del Santo Cristo de la Redención. Unos cofrades sacaban el paso a la calle mientras otros cargaban con la cruz para colocarla en su lugar. Cuerdas, apoyos, mensajes, martillazos y todo listo para levantar la imagen al cielo. Unos tímidos aplausos y los braceros comenzaban su lento y seguro caminar.

Tercer paso de la noche, el que presentaba alguna novedad, el de Nuestra Madre de la Divina Gracia que salía por la puerta del museo con una presencia majestuosa y una nueva cruz obra de Óscar Caballero.

Un final de Domingo de Ramos especial en una procesión marcada por el fervor y el respeto.

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