El Silencio envuelve a León

La Cofradía Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio es la encargada de este acto en el que solo el sonido de un tambor, que marca el paso de los papones, ha roto el silencio necesario para la solemnidad del acto.

Al paso de la imagen, los hermanos de la cofradía rezaban solemnemente el Credo de los Apóstoles mientras golpeaban con sus horquetas el suelo en una procesión cuyo sonido se vuelve tangible para abrazar el alma.

Desde la iglesia conventual de San Francisco el Real ha partido la procesión, donde a golpe de campana los braceros han sacado el paso de Jesús de Medinaceli, obra de Francisco Asorey e inspirada en la imagen madrileña, evocando el momento de su Pasión cuando Pilatos lo presenta al pueblo.

Siguiendo su estela y portado por los hermanos, el Santísimo Cristo de la Expiración atribuido a Rafael García Irurozqui y que data de mediados del siglo XX.

El recorrido que atraviesa el corazón de la ciudad en una procesión callada y sobria que recuerda tiempos del pasado y donde el silencio ha imperado en casi todo el recorrido hasta llegar a la plaza de la Inmaculada donde tiene lugar el rezo comunitario a la Salve.

La procesión ha entremezclado el silencio del desfile con el tímido sonido del clarinete en cada alto en el camino y ha contado además con un numeroso grupo de crucíferos portando cruces penitenciales. Sus promesas y peticiones se han dejado ver en un caminar descalzo que finaliza nuevamente en la iglesia de partida, en una jornada de Miércoles Santo donde el buen tiempo ha animado a leoneses y visitantes a seguir la Procesión del Silencio desde la calle.