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No hay dolor mayor que el de una madre ante la pérdida de su hijo, un dolor que desgarra a María ante la Cruz del Calvario y que en la tarde de este Martes Santo, la cofradía decana Nuestra Señora de las Angustias y la Soledad ... , ha sacado a las calles leonesas.
Tres tallas, tres imágenes de tres Vírgenes que son una sola madre y un solo dolor es lo que han podido contemplar los leoneses. Las dos titulares de la cofradía, La Virgen de las Angustias y La Virgen de la Soledad salieron puntuales de su cabildo en Santa Nonia acompañadas de la Virgen de las Lágrimas, pujada íntegramente por hermanas y que este año ha sido restaurada.
Las tres imágenes tenían un punto en común, el dolor que atraviesa la mirada y que se lleva en el corazón tal y como han podido ver todos los leoneses. Con los últimos rayos del sol salían las tres talla para mostrar con una plasticidad propia de la época uno de los momentos más sobrecogedores de la Pasión.
El dolor y el llanto por la injusticia de la muerte pero también la herida que nunca cierra por la pérdida del hijo amado se hicieron presentes en la recién estrenada calle de la cofradía. Centenares de leoneses se dieron cita a las puertas de Santa Nonia para disfrutar de la Procesión del Dolor de Nuestra Madre en este Martes Santo.
Abría el cortejo, del que formaban parte centenares de hermanos de filas, la Virgen de las Lágrimas, luciendo su restauración y dramatismo. Sobre los hombros de casi 100 braceras, esta imagen de 1958 es lo que se denomina por los expertos como una «Virgen del Mayor Dolor». Y sin duda, su expresividad sobrecoge a cualquier espectador.
Siguiendo sus pasos, la imagen doliente de la Virgen de las Angustias, primera imagen titular de la cofradía y una de las más destacadas a nivel artístico de la Semana Santa leonesa, datada en el siglo XVI y que salía a ritmo de Marcha Real. Esta piedad representa a una madre llorando ante el cuerpo sin vida de su hijo, una escena renacentista que levanta la admiración de quienes expectantes ven en la calle el lento caminar de los hermanos cofrades.
Un cortejo que cerró la Virgen de la Soledad luciendo en el trono tras decenas de largas velas, una de las imágenes que más devoción despierta ante su dulce rostro que trasmite un sentimiento de recogimiento, dolor contenido, resignación, por la pérdida de su hijo amado y que comenzó a caminar a ritmo de La Saeta.
Los acordes de la Agrupación Musical de la Cofradía de Nuestra Señora de Angustias y Soledad cerraban la procesión con fuerza y dolor en sus marchas.
El día dejó paso a la noche que creó un clima propicio para despedir las tres tallas en su llegada de nuevo a Santa Nonia en un Martes Santo de Dolor y Pasión.
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