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Ellas nunca perdieron la esperanza de regresar a la calle, y ese mensaje han querido trasladar hoy a un León abarrotado de gente.
Ni dos años en casa por la lluvia, ni una pandemia que aún aprieta, hicieron a las mujeres de María del Dulce Nombre cesar en su empeño de trasladar su pasión a la ciudad.
Y este Jueves Santo su legado ha calado hondo de la mano de la Procesión María al Pie de la Cruz, Camino de la Esperanza.
Con el sol comenzando a caer, las más de 3.000 paponas de la cofradía por fin podían salir del patio de los Capuchinos a golpe de carraca y tambor.
Los atributos de Cristo y la cruz abrían el camino a un desfile que ha congregado a miles de personas para repasar el sentimiento mariano tras cinco años de espera.
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El paso de Jesús Consuela a las Mujeres de Jerusalén mostraba el rostro de la esperanza, el del nazareno, para dar un mensaje de optimismo. Un talla que ha llegado regada por las notas de la Banda de Cornetas y Tambores del Dulce Nombre.
Las hermanas más pequeñas se han sumado a esta procesión. Muchas de ellas, probablemente, en su primera salida. La sección Unción de Betania, con los utensilios del lavatorio de pies hechos en barro, servían el paso a la Cruz Gloriosa, la talla más antigua que procesiona María del Dulce Nombre.
La Agrupación Musical de la Bienaventuranza llevaba su música una vez más a León.
Más adelante, en San Martín, las mujeres llevarían un ramo de flores al Cristo de Afuera, y posteriormente aparecería la gran novedad de esta cofradía. El paso Virgen del Camino, Esperanza Nuestra mostraba una piedad de Navarro Arteaga cuya estética natural se colaba en los corazones de los asistentes a la procesión. Todo acompañado por la melodía de la Agrupación Musical de Angustias.
Y tras las paponas de filas, aparecía uno de los pasos más singulares de la Semana Santa leonesa. María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista, ambos bajo palio, surcaba y se adentraba en las calles del León más antiguo de la mano de la Agrupación Musical del Nazareno. Una talla singular, con una espectacular talla mariana, que empujaban más de un centenar de braceras.
El Jueves Santo ha devuelto la esencia de María del Dulce Nombre a León, su mensaje de esperanza y la leyenda de que aunque todo parezca en contra, la fe acaba dando su premio al trabajo bien hecho por estas mujeres.
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