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Seis horquetas para recordar un Vía Crucis de Bienaventuranza por San Claudio.
El murmullo previo quedó roto a la salida del 'moreno' por su barrio. Solemnidad y sonido de trío de capilla para acompañar un acto recogido que se perdía en la noche, solo iluminada ... por las velas de los papones.
La Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza regresaba a sus orígenes, a su San Claudio, para cerrar el Sábado de Pasión con un estremecedor Vía Crucis.
Corneta, trompeta y tambor para anunciar las paradas de las catorce estaciones y luces azules y blancas para guiar una sencilla procesión que sacó a los vecinos de sus casas tras la cena.
El trío de capilla Legio VII, con un acompañamiento utilizado desde el siglo XVII en cortejos procesionales en España, marcaba el paso del crucificado, a hombros de seis braceros que se apoyaban en horquetas.
Con este Vía Crucis marcaba la Bienaventuranza el punto de salida de su Semana Santa y envolvía de recogimiento y pasión por el 'moreno' a toda su barriada.
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