Arraigo y potaje en La Bañeza

Arroz y garbanzos, bacalao, pan y una naranja. Este es el menú que en la mañana de cada Miércoles Santo, desde el siglo XVI, alimenta a La Bañeza gracias al Santo Potajero.

Más de 4.500 bañezanos han formado parte de esta celebración «singular y llamativa» que es una de las más peculiares, arraigadas y antiguas de la Semana Santa autonómica y que ha contado también con la presencia del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo.

A las 12.30, puntuales, salían los pequeños pasos de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad portada por los hermanos más jóvenes desde la capilla de las Angustias para recorrer las cercanías de la iglesia donde finaliza la procesión con la bendición del potaje y su tradicional cantico, en el cual también ha participado la diputada provincial, Carolina López, la presidenta de la Junta Profomento de la Semana Santa de Astorga, Raquel Rodríguez así como el alcalde de La Bañeza, Javier Carrera.

Tras este acto, ha tenido lugar la bendición del potaje para el que la cofradía ha utilizado 320 kilos de garbanzos, 80 de arroz, 160 litros de aceite, 220 de bacalao, 1600 porretas, 40 kilos de pastas y 400 barras de pan. Un menú realizado por 15 miembros de la cofradía que a las 03.30 horas de esta madrugada se ponían el mandil para llenar el puchero de toda La Bañeza.

El origen de este curioso acto se remonta al siglo XVI cuando el «caldo», se daba a los pobres de la cárcel. La Cofradía se encargaba de asumir los gastos y, en el supuesto de que no tuviera fondos era el juez de la entidad el encargado de pagar de su bolsillo el desembolso que generara el «potaje». El juez además, debía desplazarse a la cárcel para contar el número exacto de comensales y preparar así la cantidad necesaria.

Tras los presos de la cárcel, se amplió después a doce pobres de la localidad, que debían estar confesados y comulgados para recibir el potaje. Ahora el Santo Potajero no entiende de ricos ni pobres sino que iguala a todos los bañezanos y foráneos ante el canto de «Santo Potajero, lléname el puchero, llénamelo más, que está por la mitad».

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