El viento traía esperanza y un mensaje de perdón. Un mensaje que tenía color marrón franciscano, que se iluminaba con la luz de los faroles y que sonaba a barrio ferroviario.
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La Vega volvía a recordar el calvario y entregaba a León la voluntad del Santo Cristo del Perdón para protagonizar uno de los actos más esperados de la Semana Santa en la capital leonesa.
E.G.S. obtenía la libertad condicional tal y como la penitencial de San Francisco de la Vega había proclamado ante el 'locus apellationis' de la catedral.
No hubo indulgencia plena, ni en León ni en ningún lugar de España tras 'olvidar' el Gobierno una cita con la tradición católica; pero quien no se olvidó de esta cita fue la cofradía que cada Martes Santo cruza el río para que una esquila ponga el sonido de libertad en la plaza de Regla.
Fue desde el convento de las Clarisas en esta ocasión desde donde los papones del Perdón salieron. Y parecían haber hecho entrega de la ofrenda habitual entre las novias porque el cielo se abrió para que el sol tomara protagonismo de un acto no exento de viento.
Mucho más temprano de lo habitual, las túnicas pardas y los fajines blancos se iban situando ante la catedral. Primero lo hacían los hermanos con luz blanca, las nuevas generaciones del barrio, que guiaban el paso de la Condena de Cristo, portado por reclusos del centro penitenciario de León. Tras ellos, la agrupación musical Virgen de Celada, de La Robla, hacía a los braceros bailar a Jesús y Caifás sobre el trono.
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Los faroles ferroviarios de color rojo eran el preludio del titular. El Cristo del Perdón, titular de la cofradía, llegaba acompañado por los utensilios de la libertad: la cruz, la ropa del preso que estaba a punto de alcanzar la condicional y la esquila.
La banda de la cofradía era la encargada de poner la música también para los pequeños braceros del Cristo de la Esperanza. Y, en última posición, tras la sección de manolas, la Madre de la Paz, sin palio debido al fuerte viento, accedía a la plaza con la banda de Nuestra Señora de la Soledad para completar el cortejo procesional.
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El Orfeón Leonés entonó una canción antes de que el Acto del Perdón llegara a su culmen. El abad de la cofradía hacía lectura de la solicitud de libertad al preso E.G.S. y el alcalde de León confirmaba la condicional que el Juzgado había concedido a esta persona.
La comitiva se desplazó al Seminario Mayor, donde esperaba el recluso. Y, tras unos minutos de espera, la esquila anunciaba su salida arropado por el abad de la penitencial y el subdelegado del Gobierno. Tras recibir la acogida de representantes civiles y militares, el obispo de León recordó una vez más la esperanza que marca el camino hacia Jesús y puso en valor la libertad a través del perdón.
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Con el himno al Santo Cristo del Perdón, la procesión retomaba su camino de regreso a San Francisco de la Vega, no sin antes visitar al Cristo de Afuera de San Martín. Un largo peregrinar para cruzar el río y las vías y ser recibidos en la parroquia por un barrio que nunca olvida el perdón.
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