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Son solo nueve escalones, pero son nueve escalones que León tarda en recorrer 365 días.
El barrio del Mercado ya sonríe y la calle Herreros luce más bonita. Algunos dirán que es cosa de la primavera, pero en el argot cofrade todos saben el por qué.
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La señora ya está con sus mozos; la parroquia ya ha tenido su primer contacto con la Morenica y eso solo puede significar una cosa: ya es Semana Santa en León.
En el octavo de la novena, Nuestra Señora del Mercado ha descendido de su camarín. Una decena han sido los mozos que han tenido el honor de recoger a la piedad y ceder sus brazos para una bajada «sencilla pero complicada al mismo tiempo» donde no han faltado los nervios.
Alguna que otra voz se ha levantado más de la cuenta, cosas de la emoción del directo. Entre los mozos, uno de sus veteranos, Julio Cayón, que este año no fue el encargado de bajar a la 'madre' de todos ellos. «Esto es sentimiento, recuerdos, emoción; sin duda. Y más tras unos años un poco fastidiados por la pandemia, pero hoy es un día especial para los braceros, muy emocionante e irrepetible».
A lo lejos, el párroco Manuel Fláker contemplaba la escena. Aunque no se le notara, los nervios también afloraban en él. «Siempre se vive con un poco de nervios porque uno está a muchas cosas y queremos hacerlo lo más digno posible. Me interesa que sea lo más sereno, con la gente tranquila y en un ambiente litúrgico y de oración. Ahora empezarán a prepararla para salir mañana, si Dios quiere». Su papel tiene el contenido religioso necesario para la ceremonia. Una oración y un baño de incienso ponen el sentido al acto.
Todo tenía que salir según marca el nuevo protocolo. La virgen saldría por la delantera para evitar el paso por la sacristía. Y lo logró para gozo de los presentes.
Con paso firme fue desplazada hasta su nuevo altar, el que le permitirá saludar a un León que la espera como agua de mayo, aún en el ocaso de marzo.
Todo ello en una iglesia llena de feligreses que querían tener su primer encuentro con la virgen. El párroco se mostraba comprensivo porque «hay que dejar que la gente participe y lo vea. Ahora nos queda poner las flores y arreglarla, pero ya de manera más íntima. Quieren verla bajar y entronizar y eso no es problema». Una práctica moderna, la del público asistiendo a esta bajada de la Morenica, que no a todos gusta. «Esto se va a convertir en una verbena», opina Julio, que lleva 64 años acudiendo a los pies de la Morenica. «Tenía que ser a puerta cerrada, sin gente, como toda la vida. Se pierde la intimidad. Yo apostaría por la puerta cerrada».
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Una vez entronada, tocaba prepararla para su salida procesional de este Viernes de Dolores. Las Concepcionistas cumplieron con su cometido un año más y custodiaron el precioso manto carmesí que cubrirá sus hombros. Y el secretario recogería el ajuar, la donación de Isabel II de algunas de sus joyas más valiosas -pendientes y broche- a la del Camino de los Franceses, con las que se mostrará triunfal ante su ciudad.
Este año, además, tenía algo de especial. En unos meses la Virgen del Mercado será coronada canónicamente y ascenderá al máximo escalafón debido a su especial vínculo y devoción con su pueblo.
La cuenta atrás se ha iniciado. No será una noche fácil para los mozos, y tampoco para el León más cofrade. Los papones soñarán, se despertarán y pensarán. Pensarán que ya va siendo hora o, mejor dicho, que ya es hora. Que León ya va a volver a disfrutar de su pasión y las campanas del Mercado anunciarán la Semana Santa en hora buena.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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