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En Entierro es de Minerva. Y aunque solo los años impares, ya que los pares lo organiza Nuestra Señora de las Angustias y Soledad, los últimos solo se le han dado bien a la primera. El año pasado la procesión no pudo salir por las lluvias y aunque este Viernes Santo las previsiones no eran nada buenas para las tres cofradías que procesionan en esta jornada, el tiempo y el saber actuar les han dado una tregua.
Anunciaba Minerva, mucho antes de que tocara salir a su procesión, que este año el recorrido se acortaría. La gran cantidad de tallas, bandas, agrupaciones, papones y manolas que pone la cofradía en la calle hace que la procesión sea larga y lenta en su avance. Para evitar las lluvias acortó y triunfó. La cantidad de tallas puestas en la calle por Minerva comenzaba con el Lignum Crucis, aunque no era la misma cruz que salió el Miércoles Santo en la procesión Virgen de la Amargura tras el incidente del anclaje. La banda de Minerva acompañaba a la Cruz y daba paso al Santo Cristo de la Agonía que muestra con sobriedad la expiración de un hombre clavado en la cruz. Continuaba la procesión el Santo Cristo del Desenclavo.
Y si algún paso es icono de la imaginaría de esta cofradía este no es otro que El Descendimiento, la obra maestra de Víctor de los Ríos. Siete tallas y la cruz se levantan en el trono más imponente de la Semana Santa leonesa. Un trono imponente acompañado por la Agrupación Musical de las Bienaventuranzas, que acompañó también en su caminar a la Piedad de Salvador Carmona, que reflejaba el dolor de una madre con su hijo fallecido en brazos. Le seguía la Virgen de la Amargura que trasladaba el sufrimiento de la madre en su rostro sereno. La Agrupación Musical de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad fue la encargada de elevar la solemnidad a máxima ponencia en esta procesión. El Santo Sepulcro, obra de Jacinto Higueras, seguía el caminar lento de la procesión en una tarde en la que por momentos brilló el sol.
Continuaba Minerva mostrando el poderío de sus tallas y lo hacía con el paso de San Juan Evangelista que seguía el excelente ritmo de la Agrupación del Santo Sepulcro. Cerraba, como no podía ser de otra manera, la Oficial del Santo Entierro la generala, la Virgen de la Soledad.
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