León estalla de júbilo con la resurrección ante su catedral

Un inicio de todo que supone un final para León. La muerte no es el final, recordaba la banda de Jesús Divino Obrero mientras la Soledad se aproximaba al centro de la plaza de Regla. Y vaya si se cumplió.

«¡Leoneses: Cristo vive, Cristo ha resucitado!», sonó ante la pulchra leonina una voz que recordó a la ciudad el triunfo de la vida sobre la muerte.

La procesión del Encuentro congregó a miles de personas para celebrar el inicio de la pascua en el marco incomparable de la Catedral de León.

Llegados desde el Ejido, los papones de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero trajeron un mensaje de esperanza: «Hoy, León siente que nada ha terminado. Nuestra ciudad se llena de alegría y de historia que nunca deja de renovarse».

Poco a poco, los cuatro pasos fueron llegando a la plaza. Empezando por la Santísima Cruz de la Esperanza con un sudario que recordaba ese triunfo sobre la muerte. Junto a ella, la cofradía de las Siete Palabras ponía color al acto cuando el sol se desperezaba y asomaba tras varios días grises.

Junto con San Juan llegaba la Hermandad Sacramental de Santa Marta y la Sagrada Cena, otra invitada de excepción del Divino Obrero para celebrar juntos el acto que estaba a punto de ocurrir.

A palilleras, la banda de la hermandad tomaba la plaza de Regla y hacía sonar 'La muerte no es el final'. Ese era el mensaje que traía el paso de la Soledad, aún ataviada en luto, que se acercaba poco a poco al lugar donde a lo lejos ya divisaba al hijo.

Todo cobraba sentido cuando Cristo aparecía resucitado, sobre la losa que cubría el sepulcro, y la obra de Víctor de los Ríos encaraba el encuentro con la madre. La Soledad cambiaba su semblante y perdía el luto por el blanco, la corona por la diadema de gloria y recogía el cetro triunfal.

«¡Quitaros los capillos y mostrar el rostro de esperanza al mundo»!, recordó el orador en un momento de máxima emoción en la plaza. «¡Cristo ha resucitado!», finalizaba. El himno de España atronó y la alegría se desató entre aplausos. Las campanas de la catedral acompañaron con su sonido a gloria.

Los braceros recogieron a la madre y la elevaron en sus hombros para acompañar el Himno de la Alegría que derramó lágrimas entre los papones de la hermandad.

No hubo palomas en esta ocasión, debido a la Ley de Protección Animal, pero el mensaje llegó a todo León, que sabía que Cristo vive y que la vida se imponía a la muerte en este Domingo de Resurrección.

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