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Una mirada furtiva se escapará hacia el Santo Cristo y un recuerdo profundo lo hará hacia su padre. El 5 de junio será un día de lo más especial para Hugo Medina, maestro de profesión y papón desde antes de nacer.
Coincidiendo con la Fiesta de la Alegría, en el Domingo de Pentecostés, este hermano de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad ascenderá al primer escalafón de la responsabilidad mariana.
Se define a sí mismo como un hermano de la cofradía que lleva «toda la vida en ella, que no conoce otra cosa en Semana Santa y que se bracero del paso del Santo Cristo, del que ha tenido el privilegio de ser seise».
Recibirá la vara de mando en Santa Nonia y junto a ella lo hará también con la carga de la historia de la Semana Santa de León y con la de su propia familia. Su padre, Antonio Medina, fue seise, y abad en el bienio 1994-1996. «Yo estoy inscrito antes como hermano de la cofradía que en el Registro Civil. Tengo 38 años y mi carta de pago, el documento que nos identifica a cualquier papón, tiene fecha de mi nacimiento como fecha de alta».
Bromea con que llegó a Angustias por imposición de su padre y desde entonces no ha podido sentir más orgullo que el de seguir sus pasos. Ahora le toca dar el definitivo y convertirse en abad de la cofradía más longeva de la pasión leonesa. Y lo hace sin miedo porque la vida de la cofradía la tiene «naturalizada desde niño»; además, llega con los itinerarios muy marcados, sabiendo la línea a seguir y confiado en seguir el camino de la coherencia aportando lo que pueda para mejorarla.
Desde pequeño ha estado vinculado a una de sus tallas, la del Santo Cristo, caminando junto a él cada Viernes Santo en año par, cogiendo la almohadilla de su padre y guiando al grupo humano que le ha permitido tener una labor muy gratificante. «Yo en este paso lo he sido todo. He sido bandera, bracero y seise, y no lo cambio por nada».
Hugo Medina quiere aportar ahora, desde su bienio en la abadía, el relanzamiento de Angustias y Soledad, aportar sus propios proyectos patrimoniales y sociales y apostar por su modernización. «Somos una cofradía muy grande y muy antigua, pero en cuanto al uso de las TIC no estamos al nivel de volumen de hermanos que manejamos. Tenemos que informatizarla aún más e ir en esa línea, que es lo que una institución de este tamaño necesita».
Lo hará, eso sí, siguiendo la línea de sus antecesores, dejando su impronta de cómo entiende él mismo la cofradía, y recogiendo el cable que ha dejado Ángel Lescún en un año complicado. Sabían que iba a ser un año de transición y ha servido para acelerar la cofradía y volverla a poner en la calle. Ahora toca dar un paso más y aprovechar la inercia y la dinámica del recorrido para «seguir tirando del hilo y volver a lanzarla a lo que era antes y a lo que queremos que sea: algo mucho más grande».
En la historia de Angustias quiere dejar la imagen de un buen abad, un buen hermano siempre a disposición y devolver a sus papones la idiosincrasia de una cofradía tan singular. «Espero dejar la cofradía mejor que me la encontré. Creo que va a ser así, que los hermanos podrán hablar de su abad con orgullo, con la satisfacción de que ha hecho las cosas como pudo y que dejó la cofradía mejor que la cogió».
Además de Angustias y Soledad, Hugo es papón de Jesús, Minerva y la Bienaventuranza. La Semana Santa influye hasta un punto inimaginable en su estilo de vida y no concibe otra cosa que estar en León de Viernes de Dolores a Domingo de Resurreción.
A ello sumará, a sus 38 años, el peso de ser uno de los abades más jóvenes que se atrevan a coger la vara de mando de los 450 años de pasión mariana que le otorgará Santa Nonia este 5 de junio.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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