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RUBÉN FARIÑAS
León
Domingo, 7 de abril 2019, 14:09
Los inicios nunca son sencillos y menos para un grupo de jóvenes que llegaron en último lugar a la vorágine pasional de los noventa en León.
Pero no por ser los últimos iban a ser menos y, 25 años más tarde, han consolidado un rico patrimonio, ponen en la calle dos procesiones y alcanzan los 1.300 papones.
La Cofradía del Cristo del Gran Poder, la pasión plateada como ellos llaman, cumple un cuarto de siglo desde que el obispo Villaplana firmó sus estatutos, allá por 1994.
El objetivo de partida era dar un sentido litúrgico a la escena que faltaba en la Semana Santa de León. Se trataba de la imagen del Domingo de Ramos, de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalem, acto que realizan al paso de la procesión por el arco de la cárcel.
Y así, el siguiente Domingo de Ramos salía de las Trinitarias el Cristo del Gran Poder, acompañado por la virgen titular de la Cofradía de Jesús Nazareno de Sahagún.
Desde el origen de la penitencial, en una comida de papones en 1993, hasta ahora, la juventud ha marcado el paso de esta 'novel' hermandad que sumó otro desfile al Jueves Santo -Procesión de la Despedida- y piensa en seguir creciendo. Tienen pendiente un proyecto, empezado por abades anteriores, como es obtener un nuevo paso, 'Las negaciones de Pedro', también tratarán de terminar unos evangelistas para el paso del Cristo y este año sacarán un extraordinario palio para la Virgen de los Reyes, donde aparecerá una representación de los reyes leoneses.
Su abad es fiel reflejo del espíritu del Gran Poder y nadie como él puede describir el sentimiento de esa pasión plateada: «La pasión plateada es los 365 días del año, trabajar, ver crecer la cofradía, luchar por lo que más quieres y ver todo el patrimonio que hay; que todos los hermanos llegan el Domingo de Ramos y se encuentran la procesión montada, y verles disfrutar de la procesión».
Sus orígenes en el mundo cofrade, como los de muchos, llegaron por herencia familiar. Todo fue un juego de niños, como él mismo cuenta, cuando recuerda cómo su abuela le llevaba a ver la Borriquilla con unas palmas y luego jugaba con su hermano en casa a hacer una procesión con mesas y sillas.
Empezó pujando la Oración en el Huerto y junto a su viceabad Javi recuerda una de esas anécdotas que no olvidará. 35 braceros lograron poner en la calle el paso y regresarlo a las Trinitarias.
Mirando al futuro, Ángel Moure espera que la penitencial del barrio de San Pedro mantenga su espíritu joven e innovador. Le gustaría ver un patrimonio digno, acorde a todo el esfuerzo realizado y que las procesiones salgan a la calle con dignidad, como se merece.
El Gran Poder fue la décimo sexta cofradía en incorporarse a la pasión leonesa. La última que inscribió su nombre en la historia de la Semana Santa de la ciudad.
Aunque ya se sabe, los últimos serán los primeros, y lo que está asegurado es el futuro de esta penitencial que crece cada año y lleva su plateado cíngulo desde la entrada en Jerusalem hasta la despedida y brilla con luz propia en las calles de León.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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