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Imagen de uno de los pasos de la procesión. I.S

El Cristo de las Bienaventuranzas marca el camino «a la felicidad» del cielo

La Procesión de las Bienaventuranzas fue la encargada de abrir una fría mañana de Jueves Santo en la que el emotivo acto central en la plaza de Regla encogió los corazones de los miles de presentes

I. Santos

León

Jueves, 17 de abril 2025, 13:38

Con los brazos al cielo, con el Cristo de las Bienaventuranzas más alto que nunca, el camino a la «felicidad» quedó marcado este Jueves Santo en León. Y así lo recogió el sermón de la cofradía de las Bienaventuranzas en el acto central de una de las procesiones más emotivas de la Semana Santa leonesa.

La primera procesión de este Jueves Santo en León llenó la Plaza de Regla, en una mañana fría pero con cielos despejados que permitieron vivir con intensidad uno de los actos más esperados en la capital

El Jueves Santo, señalado como uno de los días más intensos de la Semana Santa de León, arrancó con fuerza desde primeras horas. La ciudad despertó envuelta en un ambiente de tradición y frío, aunque con el cielo despejado que permitió a fieles y visitantes disfrutar plenamente de los actos.

Inicio del Jueves Santo

La Procesión de las Bienaventuranzas fue la encargada de abrir la jornada. A las 8:45 horas, desde el Patio del Albéitar, comenzaba su recorrido por las calles leonesas. Al frente, la Banda de Cornetas y Tambores de Las Tres Caídas fue la primera en hacer su entrada en la plaza de Regla, marcando el compás de una procesión que poco a poco fue llenando el entorno de la Catedral.

La Santa Cruz, una talla del año 1998, fue la primera en colocarse frente a la Pulcra Leonina, portada por los cofrades más jóvenes de la parroquia de San Claudio. Acto seguido hizo su entrada Nuestro Señor Jesús Nazareno, cargando su patíbulo y acompañado por el cirineo. A su paso, sonaban los acordes de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Soledad.

Poco después, accedía a la plaza el Santo Cristo de la Bienaventuranza, conocido popularmente como el Moreno de San Claudio. Llegaba abrazado a su cruz sobre un lecho de flores rojas y elevado en un trono espectacular, portado por cerca de 80 braceros. Tras él, se incorporó al acto Nuestra Madre de la Piedad, una imagen de cedro policromado al óleo, de 1,70 metros de altura.

Cierre de la procesión

Cerrando la procesión, María Santísima de la Misericordia hizo su aparición. Su rostro sereno y desgarrado por cinco lágrimas simbolizaba el dolor contenido por la pérdida del Hijo. Su paso, junto al de Jesús Nazareno, fue uno de los más aplaudidos por el público que llenaba la plaza.

Ya con todos los pasos dispuestos frente a la Catedral, comenzó el acto central de las Bienaventuranzas, uno de los momentos más esperados y emotivos de la jornada. Pero antes, el pregón de las Bienaventuranzas resonó en la plaza. Este año, el sacerdote de San Claudio quiso hablar de «la felicidad, la verdad y la vida» y cómo el camino marcado para lograrlo es Jesús.

«El Cristo de la Bienaventuranza es el que nos marca nuestro camino»

Sacerdote de San Claudio

«La bienaventuranza es el camino de la felicidad y es aquello a lo que aspira todo ser inteligente», aseguró el sacerdote durante el sermón en el que son «las ocho bienaventuranzas las que nos indican cómo tenemos que portarnos en esta vida si un día queremos gozar de la felicidad eterna». Y finalizó, recordando que «el Cristo de la Bienaventuranza es el que nos marca nuestro camino en esta vida para llegar a la felicidad».

Tras el sermón, el silencio. Los cofrades levantan los pasos y los acordes marcan el momento que toda la plaza espera. Con fuerza agarran el paso y levantan al 'Moreno' por encima de sus cabezas. El Cristo de las Bienaventuranzas tocó el cielo y volvió a ser uno de los momentos más emotivos de la jornada.

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