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La virgen del Mercado procesionó unos metros en este Viernes de Dolores. Sandra Santos

La auténtica Reina de León anuncia la Semana Santa bajo la lluvia

La Morenica asoma al dintel y recorre las calles de su ciudad hasta Carbajalas sin esquivar una tromba de agua de regreso al Mercado

Viernes, 11 de abril 2025

Ella es más campesina que campechana; también luce elegante su corona canónica; y tiene en su ajuar recuerdos de la más alta nobleza que la mismísima Isabel II le hizo entrega.

La reina de León, la madre del pueblo leonés, hizo sonreír, y también emocionar, con su rostro afligido a los miles de leoneses que se acercaron a escuchar el anuncio de la Señora del Mercado.

Se incumplió el tópico de que la calle Herreros entrara en ebullición un Viernes de Dolores más. La ratonera en la que se había convertido la calle, cerca de la iglesia, obligó a tomar medidas excepcionales y alejó al pueblo de la salida de su virgen. Una valla privó del arremolinamiento en torno al dintel, ese gentío que tanto aturde y enfada a algunos mozos, pero que en el fondo es tan leonés.

Algunos se postraban en el esquinazo de la calle Capilla y muchos más lo hacían al fondo en la del Mercado. El resto guardaron vez en Hospicio con Escurial. Nadie se quería perder la salida, aunque fuera en una esquina o con visión reducida, de la Morenica, que previamente había escuchado su última de la Novena y salía a hombros de sus chicos bajo el rezo de su himno.

La procesión sale con retraso

Las campanas repicaron como siempre, o como nunca. Las nubes se asomaron desde una perspectiva privilegiada para ver como el monaguillo tañía la esquila en una tradición que recuperaba la parroquia este año. Y las bandas tocaban, la de Jesús primero y la de Angustias después, a la gloria que llegará dentro de dos domingos y en la que nadie ahora quiere pensar.

Con 20 minutos sobre el horario establecido, el himno de España era la señal: al brazo y al hombro, la virgen estaba en la calle. Fue un sonido que anunció días de pasión, pero también de lluvia. Apenas había recorrido los primeros metros la procesión y el mozo secretario anunciaba el destino: «A Carbajalas y para casa». Y la previsión anuncia alguna suspensión más.

Y así fue. Fue imposible hacer más. Las capuchas brotaban y los paraguas aparecían en el horizonte. Las ofrecidas trataban de mantener la llama encendida y se buscaban los balcones para resguardarse de una lluvia que poco a poco iba a más.

Hubo parada en Carbajalas. Las Benedictinas entonaron una Salve y llevaron el silencio del órgano a la iglesia del convento. El párroco del Mercado, ponía voz a lo que todo el mundo ya sabía: «No podemos poner en riesgo la talla. Volvemos al Mercado». Pero la idea inicial no pudo llevarse a cabo, la lluvia obligó a la Dolorosa a resguardarse en el convento y poner punto y final, así, a su recorrido.

León dio la bienvenida a la Semana Santa entre paraguas. La virgen asomó para anunciar y poco más. Toca esperar, mirar al cielo y pedir esta vez porque la previsión anunciada no sea una realidad.

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