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S. E.
Martes, 22 de marzo 2016, 13:00
«Aquí ahora hay tranquilidad, de verdad, la calle está muy tranquila». Son las 12:40 horas y José Francisco Diego Calvo, técnico de la Agencia de Innovación (ADE) de Castilla y León en Bruselas, afirma que la ciudad intenta responder con sosiego a la « ... conmoción» que han provocado las explosiones en el aeropuerto internacional de Zaventem y la estación de metro de Maelbeek a primera hora de la mañana.
El salmantino, que lleva más de tres años trabajando en la capital belga, ha explicado que conoció la noticia de la primera explosión, la de aeródromo, ya en la oficina, a la que había llegado sobre las 7:50 horas. Y luego la del suburbano, que les queda «relativamente cerca». Lo vivieron «conmocionados, piensas que ha sido en un lugar público, de mucha afluencia, y temes lo peor, porque desgraciadamente en España tenemos experiencia», afirma, en referencia a los atentados en los trenes del 11 de marzo de 2004.
«Lo primero es recordar si viajaba algún conocido hoy y contactar con los compañeros de trabajo para saber si están bien. Los niños están bien en los colegios, nos han enviado correos informando de que están seguros y que pasemos a buscarles cuando queramos, pero que no saben si mañana habrá clases», explica Diego Calvo.
El trabajador de ADE señala que la presencia del ejército en las calles de Bruselas es habitual desde antes de los atentados de París, con la declaración de la alerta amarilla, hasta el punto de que los ciudadanos han «interiorizado» que hubiera soldados en los accesos a los edificios oficiales.
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