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El camino continúa. Nuevos tesoros se muestran con cada paso que damos por las sendas de Riello. Unas rutas que este verano vuelven a abrirse a todos los turistas gracias a la Oficina de Turismo de este Ayuntamiento.
El historiador leonés Dario Álvarez es el encargado de descubrir estas fortunas patrimoniales, culturales y naturales.
El castillo de Benar, uno de los dos que hay en Riello junto con el de Trascastro de Luna se presenta ante nosotros. Está en plena tarea de restauración y consolidación. Conserva una torre del homenaje de planta cuadrada que se alza sobre la altura del muro principal de la fortaleza, reforzado, a lo largo de su extensión, por pequeñas torres cuya misión no era otra que aumentar la protección del recinto.
Construido en la Baja Edad Media, estaba vinculado a la familia Quiñones, condes de Luna. «El único conflicto que se sabe que hubo fue que los concejos se levantaron contra los Quiñones porque quería imponerse sobre ellos, pero muchas más guerras no creo que hubiese, aquí el señor no pasaba mucho tiempo», destaca este historiador.
Abandonamos esta fortaleza para dirigirnos a Valbueno, tomanos descanso en unos bancos decorados por una vecina de este pueblo antes de conocer su iglesia. Entrar en este santuario es como retroceder en el tiempo, «todo está como podía estar hace 100 años», señala Álvarez. Destaca su retablo del siglo XVIII que «luego en el siglo XIX lo pintaron de azul y lo preside una imagen del siglo XIII muy valiosa», apunta este historiador.
Además hay objetos que también llaman la atención. «Están muy de moda los ramos leoneses, aquí tenemos uno de ellos alargado y otro que quizás no es tan conocidos, el redondo, que son muy típicos de aquí de la montaña occidental y también tenemos 'exvotos' que son manos y cabezas que dejaba la gente en ofrenda por una curación», detalla Dario Álvarez.
Después de descansar al fresco que imprimen las paredes de esta iglesia, nos dirijamos al último punto, Rosales. Conocemos sus calles, casas y vecinos antes de visitar su lugar de culto. La iglesia de Rosales es otra joya que ha resistido al paso del tiempo. Con las explicaciones de Dario el arte se comprende mejor. «El retablo, al contrario que el de Valbueno que estaba muy decorado, este es mucho más sencillo, porque aquel es del barroco y este del neoclásico, uno del siglo XVIII y este es el siglo XIX», explica.
Una obra maestra del arte popular de Omaña es el coro de la iglesia. Realizado en el siglo XIX con las típicas tablas recortadas, fue enteramente policromado en vivos colores imitando un jaspeado o mármol. Asimismo, el pintor añadió detalles florales en la barandilla o en el atril desde el cual los hombres cantaban.
Nuestra visita culmina, no si antes empaparnos de las gastronomía de esta tierra. La carne de sus montes se entremezcla con el pescado de sus ríos. El fuego que se imprime sobre las potas crea estos manjares.
Una cocina sin prisa y en la que si entra el hambre se abre la despensa para disfrutar del embutido de esta tierra. Su plato típico el llosco, similar al botillo para disfrutarlo, sólo hay que acudir a uno de los muchos restaurantes de la zona que siguen manteniendo la receta tradicional intacta para deleite de los paladares de los miles de turistas que cada año visitan la zona.
Riello es un paraje que te acoge y del que hay muchos secretos por descubrir con nuevas rutas que ya nos están esperando.
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