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El acusado, en la sala de la Audiencia Provincial este lunes. Campillo / Vídeo: M. fERNÁNDEZ

La policía oyó al hombre acusado de arrojar a una mujer por el balcón: «No sé lo que pasó, se me cayó»

Fue en la madrugada del 10 de marzo de 2021 cuando la policía detenía a un hombre de 55 años en Ponferrada acusado de arrojar a su compañera de piso por un balcón, que falleció una hora más tarde

Lunes, 19 de septiembre 2022, 10:56

«No sé lo que pasó, se me cayó». Esta frase fue la que oyó la policía murmurar al hombre acusado de tirar a su compañera de piso por un balcón en 2021 en Ponferrada. Una frase que el hombre pronunciaba para él mismo en las primeras horas de su detención, según ha señalado el fiscal, y que se contrapone a lo ocurrido en la primera sesión del juicio donde se ha declarado inocente ante un jurado popular.

El acusado ha comparecido en la Audiencia Provincial de León para someterse a juicio que se desarrollará en cuatro sesiones y por la misma pasarán testigos, peritos e investigadores de este caso.

«Por bueno, me ha pasado lo que me ha pasado», también manifestó el acusado durante su comparecencia en la primera sesión del juicio.

El crimen

El Ministerio Fiscal pide una pena doce años de cárcel por el homicidio consumado de la mujer, de 63 años, y con la que el acusado convivía. No había relación sentimental entre ellos y sí una convivencia por 'acogimiento' del acusado sobre la víctima.

Tanto la acusación pública como el fiscal ha recordado que el 10 de marzo de 2021, a las doce y veinte de la noche, la mujer se encontraba en el balcón del número 22 de la calle Dos de Mayo de Ponferrada y que intentaba acceder a la vivida

Galería. El acusado, en su llegada a la Audiencia Provincial este lunes.

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Galería. El acusado, en su llegada a la Audiencia Provincial este lunes. cAMPILLO

Por encima de la barandilla

En el momento en el que la víctima intentaba retornar al interior de la vivienda fue el acusado quien la agarró con ambos brazos, la colocó por encima de la barandilla y acto seguido la arrojó a la calle. El traumatismo craneoencefálico de la caída provocó su fallecimiento una hora más tarde.

De ahí la petición de prisión a la que el Fiscal suma 10 años de libertad vigilada, con prohibición expresa de acercarse a la hija de la mujer y de residir en Ponferrada. Además le reclama costas judiciales, indemnización de 120.000 euros para la hija y los gastos sanitarios.

Convivencia

El acusado era el dueño de la casa en la que vivía él solo hasta que decidió acoger a la víctima, madrileña y sin recursos. Entre los dos compartían gastos aunque el acusado ha reiterado que la víctima no pagaba alquiler. «Por bueno, me ha pasado lo que me ha pasado» ha asegurado el acusado quien señala que es la cabeza de turco por ser el dueño.

Ambos se conocieron en el comedor del Hogar del Transeúnte de Ponferrada donde también conocieron a otra pareja que también vivía en el piso.

Según ha declarado el acusado, durante esa noche la víctima llegó borracha a casa y, ayudado por otra de las inquilinas, la metieron en la cama. Él se acostó y se levantó poco antes de la 01.00 horas a fumar un cigarro, momento en el que la policía llegó a su casa y fue detenido.

Según la acusación y el fiscal, tras una discusión la víctima quedó encerrada en el balcón y el acusado la tiró por la ventana. La policía asegura que, tras recibir la llamada de unos vecinos, llamaron a la puerta del inmueble del acusado que tardó en abrir y lo hizo vestido con un jersey aunque una de las testigos señala que llevaba otra ropa. Él acusado niega haberse cambiado de ropa y mantiene que él no fue el que arrojó a Rosa por el balcón.

La acusación asegura que era consciente de la acción

Según determinó la investigación, la fallecida y el supuesto homicida, que era el titular de la vivienda, no mantenían ningún tipo de relación sentimental, por lo que se descartó que se tratase de un caso de violencia machista.

Aunque durante la instrucción se aludió a que podría tener perturbadas sus facultades mentales y se barajó su ingreso en un centro psiquiátrico, la Fiscalía determinó finalmente que pese a que no tuviera intención directa de matar a la mujer el acusado sabía el alcance que podría tener su acción.

La teoría del «teléfono escacharrado»

El acusado, en el momento de llegar a la Audiencia.

Durante la primera sesión del juicio celebrada este lunes la abogada defensora apela a la teoría del «teléfono escacharrado» y asegura que la Policía cometió «numerosos errores y los hechos objetivos se distorsionan». «Cuando se den cuenta, verán las contradicciones y absurdos. No van a escuchar de ningún testigo que vieran arrojar a alguien intencionadamente por un balcón. No encajemos las piezas para condenar a alguien sino con sentido común» le dijo a los miembros del jurado popular del caso, seis mujeres y tres hombres, con dos suplentes varones.

El acusado detalló mantenía con Rosa cierta amistad, nunca una relación sentimental o afectiva, y que en ocasiones hacían junto la compra, iban a misa o al médico. «Una relación de inquilino, pero simbólica, porque había meses que ni 80 euros me daba… compartíamos gastos simbólicos» explicó.

Rosa tenía un novio con el que a veces pasaba días y la noche de su muerte habría llegado a casa en estado de embriaguez y fue atendida por sus compañeros de piso antes de «irse todos a dormir». El acusado entregó en su día llaves del piso tanto a Rosa, como a un amigo que se las devolvió meses después, y a Aarón y Mireia, la pareja de veinteañeros -ella embarazada- a la que había alojado recientemente en la vivienda, sin que hasta la fecha hubieran abonado nada por ello. Respecto a ellos también comentó que al día siguiente del suceso, «la casa estaba llena de lejía; la habían limpiado ellos, no sé por qué».

«Estuvieron en la casa todo lo que les dio la gana y más y encima mi prima les tuvo que dar un dinero cuando se fueron», declaró sobre estos jóvenes a los que conoció por mediación de Rosa, que intercedió por ellos, ya que no tenían residencia, y que supuestamente le proporcionaban marihuana.

Rogelio, en tratamiento por una drogadicción que abandonó en 1997 y que padece brotes psicóticos, se considera una cabeza de turco. «No me escondo de nada», aseguró y afirmó que nunca discutió con Rosa, a quien describió como «buena persona» y sobre cuya hija dijo que no se preocupaba de ella y que era la víctima la que la llamaba de forma habitual.

Las sesiones del juicio se prolongarán hasta el jueves 22, con la declaración de testigos, entre ellos los inquilinos de la vivienda, el matrimonio que alertó de lo que estaba ocurriendo, agentes policiales y forenses.

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