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«Para mí, no existe ninguna explicación a lo que estoy leyendo en el sumario que no sea una manipulación de todo esto. Creo que lo que ocurría en mi casa lo sabía mucha gente, y no hicieron nada». Rotunda y enérgica se muestra Raquel ... Díaz mientras se empapa del procedimiento judicial que sentará en el banquillo de los acusados a su exmarido por intentar matarla y por malos tratos habituales.
El juicio por los espantosos hechos que ocurrieron hace casi 3 años en la finca familiar de Toreno sigue sin fecha, pero ella -abogada en ejercicio hasta esa «maldita fecha»- quiere ayudar a su propio abogado a preparar el escrito de acusación contra Pedro Muñoz. «Aunque algunos no lo entiendan, me ayuda mucho ir conociendo los detalles después de un tiempo tan largo de recuperación», cuenta. Parapléjica desde entonces y con daños cerebrales severos «tras haberme lanzado desde la terraza de la casa y golpeado salvajemente con un palo», está deseando que el juicio se celebre y que su testimonio pueda ayudar a otras mujeres que estén sufriendo el calvario del que ella no pudo salir indemne: «que denuncien, que se vayan de casa, que pidan ayuda, que vean cómo estoy yo por no haber denunciado a mi agresor».
En realidad, la instrucción del caso ha revelado que Raquel Díaz sí intentó pedir ayuda y sí quiso denunciar por violencia física y psicológica a su marido -él pidió el divorcio desde la cárcel- en al menos una ocasión. «Me pregunto cómo podría haber cambiado mi vida si me hubieran socorrido cuando pedí ayuda».
Es 8 de marzo y hoy es San Juan de Dios, y eso quiere decir que toca desayuno especial en el centro sociosanitario donde vive Raquel, con chocolate a la taza incluido. Ella, golosa, no se lo esperaba, así que empieza el día feliz. Desde hace meses vive en una residencia de algún lugar de Castilla y León, donde se siente «mimada y protegida», aunque reconoce no estar «en el mejor ambiente» para las necesidades de su estado anímico. «Estoy rodeada de enfermos psiquiátricos y ancianos mientras él campa a sus anchas». Él, de quien habla con otro apelativo, es su exmarido, el exconcejal del Ayuntamiento de Ponferrada Pedro Muñoz, que desde mayo de 2022 vive en libertad tras pasar dos años en prisión preventiva.
Tras la taza de chocolate, Raquel vuelve por unas horas a su antiguo oficio de jurista y repasa el inabarcable sumario 02/2022. Contempla ojiplática las grabaciones de los interrogatorios, se cabrea, toma notas, subraya, se lleva las manos a la cabeza, suelta alguna lágrima, hace una llamada, toma más notas. Muy recuperada de las graves lesiones que sufrió, se enfrenta con bravura a los 4.379 ficheros que cuentan cómo su vida cambió para siempre el 27 de mayo de 2020. «No cambió, me la cambió él», corrige Raquel, «mira lo que me hizo, mira dónde estoy».
La pregunta que muchos se hacían en el Bierzo es por qué una profesional como ella, habituada a lidiar con víctimas de violencia de género (asistía a mujeres en el turno de oficio), nunca había denunciado a su presunto agresor. Raquel Díaz abandonó el domicilio familiar en varias ocasiones y llegó a redactar su propio divorcio, pero las amenazas de su marido, las presiones y la fuerte dependencia emocional que sufría de éste siempre la hacían volver a casa.
No hay denuncias oficiales, pero no es del todo cierto que Raquel nunca se atreviera a denunciar al expolítico de Toreno: lo intentó en al menos una ocasión, en la madrugada del 13 de marzo de 2018, fecha en que está acreditada su llamada al 112 a las 00:34.
Según recuerda Raquel, la pareja mantenía esa noche «una más de las muchas discusiones» de su turbulenta relación. «También aquel día me golpeó y me agarró por el cuello, y conseguí llamar al 112 sin que él se diera cuenta, pero no pude hablar».
En esa fecha, el 112 aún no disponía del sistema de localización AML, que sólo desde marzo de 2022 ofrece con precisión de unos metros las coordenadas del llamante, así que la operadora no pudo geolocalizar la llamada. Nadie hablaba, pero durante 3:16 minutos se pudo escuchar los desgarradores gritos de una mujer, sus llantos, así como a un hombre pidiéndole que se tranquilizara y diciéndole que la quería.
Raquel recuerda hoy la llamada y relata que aquella noche «después de un rato» Muñoz le arrebató el móvil «y lo estampó contra la pared». La llamada se cortó y Emergencias pasó el aviso a la Policía Nacional y a la Policía Local de Ponferrada. Fueron estos últimos los que se hicieron cargo y los que, a través del sistema informático Sispol para la gestión integral de la operativa policial, pudieron ver registrado el aviso del 112 a través de la aplicación que utilizan los municipales, Eurocop Cabinas. En el aviso 2018/018066 sólo aparecían tres datos junto al número de móvil de Raquel Díaz: su nombre, una dirección que no era la de Raquel Díaz y una curiosa anotación.
Durante la larguísima instrucción del caso que juzgará al exmarido de Raquel, en ninguno de los interrogatorios relacionados se ha dado respuesta a las incógnitas sobre esa llamada de auxilio de 2018. Aunque fueron llamados a declarar por este episodio dos agentes municipales y el jefe de la Policía Local, ninguno explicó por qué en la «ficha» con los datos de Raquel Díaz aparece una dirección que no es la suya y que coincide con la vivienda que ocupa la primera mujer de Muñoz.
Más llamativo aún es saber, y tampoco por ahora ha habido respuesta, que en la parte inferior de la ficha, en el apartado «Notas» alguien escribió el nombre de Pedro Muñoz y la calle Juan de Lama, aquella a la que sí acudió la Policía Local cuando Raquel llamó desesperada en 2018.
Además, cuando Raquel declaró ante el juez en octubre de 2020 (aún muy maltrecha y medicada) indicó que «en otra ocasión» la Policía estuvo en su casa y sólo habló con Pedro Muñoz, aunque Raquel Díaz -que acababa de salir de un coma y cuatro operaciones- no recordó entonces más detalles sobre esa supuesta visita.
Aquella declaración fue la que llevó al juez que entonces instruía el caso a llamar como testigo al intendente de la Policía Local de Ponferrada, Arturo Pereira, de quien Raquel había dejado caer que «estaba por medio» y que tenía miedo a Muñoz «porque era concejal de Bienestar Social».
Ante el juez, Pereira desmintió el relato de Díaz sobre una posible visita de la Policía Local a la vivienda de la pareja y declaró «no tener ni idea de por qué esta fabulación de Raquel». Cuando la fiscal le preguntó si era un rumor extendido en la ciudad que Pedro Muñoz maltrataba a Raquel, el máximo responsable de la Policía del Ayuntamiento de Ponferrada -gobernado en 2018 por Gloria Fernández Merayo(PP), gracias a un acuerdo con el partido de Pedro Muñoz (CB)- respondió que él «también había oído rumores de que era Raquel la que maltrataba a Pedro».
El intendente de Ponferrada confirmó ante el juez que en los registros de la Policía que dirige «no constan intervenciones con esta pareja ni en su domicilio», y quiso dejar claro que él había respondido a los tres requerimientos del juzgado que solicitaban información y que su disposición a esclarecer los hechos era total.
Días después de su declaración, a petición del juez instructor del caso, Pereira redactó un informe exhaustivo. En las 24 páginas no figura el motivo por el que la Policía Local del Ayuntamiento de Ponferrada tiene registrado el móvil de Raquel Díaz con una dirección errónea (el padrón municipal deja claro que se trata del domicilio de B.B., la primera mujer de Muñoz), ni quién, cuándo y por qué realizó la anotación 'Pedro Muñoz' en la ficha de Raquel, que tenía el móvil a su nombre y adscrito a la dirección en que ella vivía.
Tampoco se explica en el informe por qué cuando la operadora del 112 volvió a llamar a la Policía Local para interesarse por el estado de la mujer que pedía desesperadamente auxilio se le dijo que ya habían acudido, ni se explica por qué los agentes que acudieron al número 2 de la calle Juan de Lama se conformaron con entrar al portal («la puerta estaba abierta») y subir las escaleras, o por qué se fueron del lugar sin llamar a ninguna puerta «al no escucharse ruidos», pese a que la llamada al 112 dejaba claro que una mujer parecía estar en situación de grave riesgo.
¿Pudo de alguna manera Pedro Muñoz, entonces concejal delegado de todo el área de Bienestar Social y parte del equipo de gobierno de Ponferrada, manipular a alguien en el Ayuntamiento para que en caso de que Raquel quisiera denunciarle no lo consiguiera? ¿Es posible que el expolítico -que pasó por 6 partidos- tuviera 'mano' para conseguir que, pese a que ella pidiera ayuda al 112 aquel 13 de marzo de 2018, nadie acudiera a auxiliarla? ¿Era el concejal de Coalición por el Bierzo tan temido por sus socios de gobierno -primero PP, y desde 2019 PSOE y Podemos-, como Raquel contó al juez cuando declaró tras salir del coma por el episodio brutal que la dejó parapléjica en 2020?
«Algo raro ha pasado con mi llamada al 112 en 2018», señala Raquel, «y fíjate cómo podían haber cambiado las cosas si la Policía va: quizá hubiera denunciado ese día, no me hubiera casado, y no estaría en esta silla de ruedas esperando la fecha de juicio».
Además del día de su llamada al 112 (13/3/2018) y la noche en que la joven abogada de Villablino quedó en silla de ruedas en la 'finca de los horrores' de Toreno (27/5/2020), a las fechas de episodios de supuesta violencia de género acreditados en sede judicial hay que sumar al menos otras dos: agosto de 2017, una fuerte discusión en Toreno (la hermana de Raquel se encontraba allí y escuchó la bronca, los ruidos, los lamentos y llantos de Raquel); y febrero de 2020, con otra presunta paliza en Toreno que quedó grabada con todo lujo de detalles.
Aunque podía acogerse a su derecho a no declarar, a cada una de estas palizas que presuntamente propinó Pedro Muñoz a su entonces mujer quiso él dar su versión en sede judicial. «Teníamos una relación idílica», aseguró Muñoz en su segunda declaración ante la jueza. «Si tuvimos problemas en el pasado, de índole no penal, los problemas estaban superándose, creo que fue la época más feliz de mi vida».
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