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Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?

Relato sonoro | El escondite

«Mole era un sabueso y nos aterrorizaba jugar con él: escupía, insultaba y agarraba tan fuerte que dejaba moratones en los brazos»

Lunes, 25 de diciembre 2023, 00:22

Don Federico hundió sus manos sudorosas en las rodillas y recordó las palabras que le habían perseguido toda la vida. Un susurro de diez letras que se juró usar algún día, pero de pronto se hizo viejo y el tiempo volvía a jugar en su ... contra. Sucedió hace más de sesenta años, en esta misma plaza. Fue, probablemente, la partida de escondite más emocionante de la historia. Solo un puñado de niños podría contar de primera mano lo que pasó allí. Por suerte para nosotros, don Federico fue uno de ellos.

«Se la quedaba Molero, al que todos llamábamos Mole. Era un niño enorme con pelos en las piernas, algo que, por aquel entonces, le confería rasgos de criatura mitológica. Mole era un sabueso y nos aterrorizaba jugar con él: escupía, insultaba y agarraba tan fuerte que dejaba moratones en los brazos. Era tan poderoso que, en cuestión de minutos, tenía a casi toda la clase atrapada. Solo le faltaban tres. ¡Ya os tengo!, jadeaba Mole. Dani era el niño más cobarde del mundo. Le tenía miedo a las alturas, a la velocidad, al ruido... Una vez nos llevaron de excursión y no salió del autobús porque llovía, imaginaos. Aquel día nadie contaba con él, era Dani el cobarde, ¿qué podía hacer contra Mole? De repente, la valiente Lola salió disparada de una esquina y corrió hacia la cárcel para liberar a la clase. Mole explotó salvaje y, cuando estaba a punto de agarrarla por la espalda, Dani chocó contra él como un meteorito y ambos cayeron al suelo. ¡Salvados!, gritó Lola, que vio, mientras el resto volaba por la plaza, cómo Mole le pegaba a Dani un puñetazo brutal en la barriga. Lola fue a su lado y Dani, llorando, la miró a sus ojos verdes y le susurró tres palabras. Solo yo, que seguía escondido detrás de un árbol, las escuché».

Ilustración Manuel Romero

Don Federico se levantó del banco y atravesó la plaza con decisión, apartando a todo el que se cruzaba en su camino. Al llegar al otro lado, ofreció su mano a una señora y le preguntó si quería bailar con él. «Todavía no hay música», respondió la mujer, nerviosa. Sin embargo, ambos se colocaron en el centro de la plaza y, justo antes de que sonara la primera guitarra, don Federico miró de cerca sus ojos verdes y le susurró tres palabras: «Tú me chetas».

José Enrique Cabrero

(Granada, 1982) Es redactor en la sección de Cultura de Ideal. Apasionado de las historias, escribe la columna dominical de televisión en los periódicos de Vocento. Ganador del Premio Periodismo Ciudad de Alcalá, del Premio Periodismo Placeat, del Premio Antonio Vidal-Quadras de La Buena Prensa, y mención de honor en la 34º edición del Premio de Periodismo El Correo.

Créditos

  • Narración Carlos G. Fernández

  • Producción técnica Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustración Manuel Romero

  • Coordinación José Ángel Esteban

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