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Álvaro Romero
Jueves, 19 de diciembre 2019, 07:41
Empezar el año viajando es la mejor de las opciones. Conocer nuevos países y culturas es la manera ideal de desconectar y retomar la rutina con más fuerza. Para ello nada mejor que hacerlo viajando a través del viejo continente, pues ofrece la posibilidad de ... realizar vuelos rápidos y directos, ofrece multitud de posibilidades: ciudades, pueblecitos y entornos naturales que para muchos están aún por descubrir.
Salir de los destinos habituales, como pueden ser Londres, París, Roma o Berlín para descubrir otras ciudades, con menos pedigrí, pero no por ello de menor belleza. Lugares que ayudan a conocer la esencia de sus respectivos países y donde los planes y el ocio están garantizados. Estos son algunos de los rincones europeos que están llamados a triunfar entre los turistas en 2020:
La capital de Hungría es una de las ciudades más bonitas de Europa, rebosa cultura e historia por los cuatro costados. El caudaloso río Danubio divide el trazado urbano en dos partes, la zona de Buda y la de Pest, antes ciudades separadas que con el tiempo se juntaron en una única. Sus orillas dibujan uno de los recorridos más románticos de toda Europa y su cauce ofrece la posibilidad de recorrerlo en crucero nocturno con cena incluida. Desde allí se divisa toda la belleza de Budapest, la riqueza cultural y su excelente arquitectura.
«La perla del Danubio», así es conocida una ciudad que enamora cada año a más de siete millones de visitantes. Entre los recursos turísticos más importantes destacan el majestuoso edificio del Parlamento, el Bastión de los Pescadores y la Basílica de San Esteban. Además se caracteriza por ser la ciudad con más pozos de aguas termales y medicinales del mundo.
La ciudad de Lieja se hace hueco al este de Bélgica, cerca de las fronteras con Alemania y Países Bajos. El trazado urbano actual comenzó a formarse en la Edad Media cuando pasó a ser un importante destino para los peregrinos. El casco antiguo es la zona más importante, la vida discurre entre el peso de la historia y calles de marcado estilo medieval. Allí, la tónica habitual muestra suelos empedrados y muros grises, también de piedra, que esconden en su interior majestuosas mansiones y casas señoriales.
Entre los recovecos aparecen el Palacio de los Príncipes Obispos, uno de los edificios más simbólicos, y la Plaza du Marché, perfecta para degustar la gastronomía belga y sus excepcionales cervezas. También destacan la Catedral de San Pablo, mezcla de estilos románico y gótico, y la Colegiata de St Barthélemy, que preside la plaza homónima.
Siempre en un segundo plano, a la sombra de importantes metrópolis como Múnich o Berlín, aparece la hermosa Bremen, una ciudad de cuento para muchos desconocida. A pesar de ello tiene la suerte de encabezar la lista de las urbes más bellas del país, su encanto le ha valido también para que la UNESCO le añadiera a la lista de Patrimonio de la Humanidad. No es para menos, el ambiente que allí se respira es lo más parecido a encontrarse dentro de un cuento de los hermanos Grimm.
Precisamente una de sus obras literarias «Los músicos de Bremen», ha paseado su nombre alrededor del mundo. El aire medieval presente en calles, plazas y edificios le hace ser una de las ciudades con más encanto de Alemania, lugar perfecto para perderse y descubrir rincones inesperados que quedarán para siempre en la memoria. Merece la pena descubrir el barrio de Schnoor, la calle de los Toneleros, la Catedral y el Ayuntamiento, entre otros atractivos.
Tromso es una de las ciudades más grandes del norte de Noruega y capital de la provincia de Troms. Es la puerta del Círculo Polar Ártico y la segunda mayor urbe de la región de Laponia. Un lugar que aúna cultura y naturaleza. Perfecto para los amantes de las actividades al aire libre, puesto que con tan solo salir del núcleo urbano el entorno se transforma en naturaleza salvaje.
Ofrece la posibilidad de disfrutar de espectaculares paisajes nevados, adentrarse en alta mar para divisar cetáceos y, según la época del año, contemplar maravillas naturales de la talla de las auroras boreales o el sol de medianoche. La visita se puede completar realizando esquí, paseos con raquetas, en moto de nieve o en trineo tirado por huskies. Viajar a Tromso supone adentrarse en un mundo helado lleno de emociones, cambiar completamente de aires.
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