Álvaro Romero
Jueves, 20 de octubre 2016, 17:45
Innsbruck es una ciudad entrañable, si la visitas será difícil no enamorarte de ella. Considerada como la capital de los Alpes austriacos se encuentra ubicada en la preciosa región del Tirol. Pueblos pintorescos, paisajes alpinos, tradiciones, vestimentas populares y artesanía local amenizan y embellecen la ... zona.
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Localizada en el valle del Inn, las altas montañas que llegan a los 3000 metros de altura encajonan la preciosa Innsbruck. Su arquitectura local se caracteriza por edificios de diferentes colores y tejados que imitan los picos de las montañas, picos que siempre aparecen en segundo plano para engalanar el paisaje.
Innsbruck asombra con sus alrededores por su impresionante paisaje montañoso. Por ese motivo si visitas la ciudad no te puedes perder en ningún caso la subida a la cima de Seegrube, situada a unos 2.000 metros de altura, desde la cual se puede disfrutar de unas espléndidas vistas tanto en verano como en invierno.
La nieve tiñe de blanco el Tirol durante más de seis meses al año. La zona está repleta de glaciares, en época de nevadas las autoridades suelen provocar avalanchas de nieve controladas dinamitando varios puntos montañosos para que no se produzcan desprendimientos de nieve naturales que pueden alcanzar las pistas de esquí y provocar accidentes.
El centro turístico de la ciudad es relativamente pequeño y se puede recorrer a pie, los lugareños se suelen mover bicicleta. La limpieza y cuidado de las calles destaca positivamente, es complicado ver un papel en el suelo, el cuidado de la estética es máximo al igual que la implicación de los vecinos.
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Merece la pena visitar el Tejadito de Oro y el balcón de Maximiliano desde donde se puede disfrutar de unas vistas preciosas de varias calles de la ciudad. El edificio Helblinghaus, monumental de noble estilo barroco. Es recomendable pasear por la calle de María Teresa, repleta bares con sus terracitas que se llenan hasta la bandera cuando el tiempo acompaña.
La Iglesia de la Corte es uno de los monumentos importantes, data del siglo XVI. Junto a ella destacan también: el Palacio Imperial de Hofburg, el Castillo Ambras, el torreón Ottoburg y la Basílica Wilten, monumentos que marcan la historia de la ciudad.
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En cuanto a la gastronomía, el Tirol y su capital destacan por fabricar de manera tradicional gran variedad de panes. Cuentan con una variedad de queso local cuya receta data de hace más de 1.300 años. Además, la medicina natural siempre es el primer recurso para curar enfermedades comunes, al tratarse con hierbas de montaña.
Desde el Tirol se fomenta mucho el turismo invernal y las actividades culturales. La cultura es uno de los aspectos más valorados por los tiroleses. Junto a Innsbruck, sus alrededores, cuentan con numerosos pueblecitos y aldeas típicas de la zona con casas de madera y balconadas de flores que merecen un viaje para recrearse y disfrutar de la región.
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Deportes de inviernos
Si por algo se conoce Innsbruck es por sus deportes de invierno, vinculados a la nieve. Allí se han celebrado dos veces los Juegos Olímpicos de Invierno. Gracias a su situación, es un lugar ideal para la práctica de esquí, hay varios centros y escuelas dedicados a este deporte en los alrededores de la ciudad. Los amantes del deporte también pueden disfrutar de una visita al trampolín de saltos de esquí de Bergisel.
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