Unos días de relax, naturaleza, disfrute y desconexión en un paraje único. Laciana es un paraje que enamora y del que disfrutar en una escapada que sin duda se convertirá en inolvidable. Muchas son las actividades que se pueden desarrollar en la zona y que desde el Ayuntamiento de Villablino especifican en su página web oficial.
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El Valle de Laciana tiene el privilegio de contar con una importante riqueza natural, reconocida con la distinción de Reserva de la Biosfera. Este entorno de gran valor ecológico se puede conocer a través de las numerosas rutas de senderismo que ofrece el municipio. Todas y cada una de ellas tienen encanto pero en esta ocasión se destaca la Ruta de los Tejos Milenarios.
Se trata de una ruta lineal de 10 kilómetros en la que el principal encanto es un bosque de tejos milenarios. Este prodigio natural se encuentra entre las localidades de Rioscuro y el Villar de Santiago, con ejemplares que llegan a medir 15 metros de altura. Como si de un jardín botánico se tratara, los tejos se entrelazan con otras especies como robles, acebos o arces, acompañados de un arroyo que salva pequeños saltos de agua creando una estampa perfecta. Esta reserva natural es un paraíso para especies en peligro de extinción como el urogallo cantábrico o el oso pardo.
Cada estación descubre matices infinitos en una ruta en la que no sólo se puede disfrutar del patrimonio natural. También se pueden contemplar las cabanas de las brañas (una construcción típica de la herencia ganadera de la zona) o la ermita de San Justo, ya en lindes del Villar de Santiago, que tiene la peculiaridad de ser la única ermita construida en una braña.
La cascada de Lumajo, también conocida como cascada de las Cereizales, es un enclave natural cautiva con su belleza. Está situada en Lumajo, población de mayor altitud del Valle de Laciana y que destaca por su riqueza geológica.
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La distinta naturaleza de las rocas que constituyen el subsuelo de este paraje ha provocado que ofrezcan grados de resistencia muy dispares. Por ello, la erosión ha afectado más a unas que a otras, generando un gran resalte que ahora el río Almuzarra se ve obligado a vencer.
Se trata de una caída de 20 metros rodeada de vegetación que según la estación del año cambiará la paleta de colores, siendo en todas ellas espectacular. El sonido que hace el agua al romper impresiona e incluso hace enmudecer, creando un espectáculo digno de admirar.
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El Valle de Laciana no sólo destaca por su entorno natural. El patrimonio cultural también es digno de admirar y un ejemplo de ello está en Robles de Laciana. Allí se encuentra la iglesia de San Julián, joya arquitectónica declarada Bien de Interés Cultural. Tiene la sencilla belleza del románico, y parece tener su origen en un cenobio benedictino dependiente del poderoso monasterio asturiano de Corias. Gracias a una inscripción de su interior se sabe que la consagración de la actual iglesia parroquial fue en el año 1090 por parte del Obispo de Oviedo.
No menos interesante que la iglesia es el resto del pueblo. Paseando por sus calles se puede ver la casa de Eduardo Arroyo con sus icónicas abejas o el llamativo lavadero del Carubio, cuya agua mana de un sarcófago. Si se sube hasta la parte alta del pueblo, Robles se convierte en un mirador excepcional para disfrutar de una escapada única y con mucho encanto en la provincia de León.
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