Tierra de Campos, un lugar con mucha historia

Nos vamos de ruta, gracias a Turisleón, para conocer la historia de esta provincia. La comarca leonesa de Tierra de Campos nos espera para enseñarnos un pasado que convive con el presente de estos lugares. A las increíbles muestras de arte mudéjar, románico y gótico que conservan en perfecto estado hay que unirle las fiestas y romerías siempre acompañadas con el folclore y la gastronomía típica de la zona.

Nuestra primera parada la realizamos en Sahagún, cabecera de comarca de este enclave. Esta villa descansa entre el cruce del Camino de Santiago Francés y el Camino de Madrid, albergando un lugar lleno de historia que pronto recibirá a las Edades del Hombre.

Nuestra primera parada es la iglesia de la Peregrina, situada en un pequeño alto a las afueras de este municipio. Este templo de arte mudejar fue levantado a finales del siglo XII. Su decoración es variada, pero predominan los arcos ciegos túmidos y de herradura polilobulados que evidencian la gran influencia de los modelos toledanos coetáneos.

Dentro alberga la talla de la Virgen Peregrina, del siglo XVII de Luisa Roldán. Esta imagen, de estilo barroco hispano, está elaborado en madera con policromía, ojos de cristal y pelo natural. Esta virgen viste con manto de terciopelo bordado con hilo de oro, esclavina decorada con conchas, bolso de plata como símbolo del zurrón y bordón de plata rematado con cruz del que cuelga una pequeña calabaza peregrina.

A principios de julio, tal y como manda la tradición, esta virgen sale en procesión hasta el museo de las Madres Benedictinas. En esta tradicional romería, que es amenizada por actuaciones de grupos tradicionales, los vecinos de esta villa cogen fuerzas con más de mil bollos 'preñaos' y cientos de litros de limonada.

Adentrándonos en esta villa, que ya es un museo en si misma, llegamos a la iglesia de San Tirso, uno de los templos más representativos del románico-mudéjar leonés. Comenzó a construirse en piedra para cambiar rápidamente al ladrillo, material por excelencia de esta corriente. Este templo cuenta con un exterior que juega con los volúmenes y la armonía de sus proporciones para darle un carácter escultórico.

Hoy, San Tirso permanece abierto al público configurado como un museo de arte sacro y una exposición de maquetas realmente sorprendente. Los edificios más emblemáticos del patrimonio arquitectónico de la localidad se pueden divisar en miniatura. El artífice de estas creaciones fue Valentín Mon, que durante años se encargó de diseñar estas recreaciones que no les falta ningún detalle.

Muy cerca se encuentra la iglesia de San Lorenzo, una iglesia parroquial de la villa cuya construcción se hizo siguiendo el modelo de la de San Tirso. Otra joya de arte mudejar de la que puede presumir esta villa que cuenta además con elementos románicos, góticos y musulmanes.

En el exterior, el mayor interés está en la cabecera con el triple ábside y en la magnífica torre sobre el tramo central, que consta de cuatro cuerpos de planta cuadrada, que van progresivamente decreciendo con la altura. Los ábsides muestran un juego ornamental más variado, fruto de una mejora en los conocimientos para manipular el ladrillo que permiten utilizar recursos como el sardinel o los frisos de esquinilla, típicos de este movimiento.

A pocos metros de la puerta nos despiden dos papones para avisarnos de que allí está el museo de la Semana Santa, en la que también nos adentramos para realizar calmada visita. Observamos las tallas que cada año salen a procesionar, algunas de gran importancia como el Cristo de la Urna.

Llegamos al monasterio de Santa Cruz, fundado en el Siglo XVI, que consta de tres salas más la iglesia del convento. En su interior se halla el museo de las Madres Benedictinas que alberga la venerada Virgen Peregrina, a la vez que otros monumentos de gran valor histórico como un capitel mozárabe, el sepulcro del abad don Pedro del Burgo y varias esculturas en madera de buena talla.

La visita al museo también incluye ver la iglesia del monasterio, que alberga en el altar mayor un gran retablo churrigueresco, así como los sepulcros de mármol de Alfonso VI y sus esposas, recientemente instalados en un mausoleo, obra del escultor leonés Amancio González.

Al salir de este templo, pasamos por debajo del arco de San Benito. Un monumento proyectado para ser una gran entrada a la villa en sustitución de una puerta románica del desaparecido monasterio de San Benito. Una obra barroca del siglo XVII por el que pasa la carretera nacional. Construida por Felipe Berrojo, representa el poder del monasterio y su condición de fundación real.

No podemos irnos de esta villa sin probar su producto estrella, los puerros que junto a legumbres como las lentejas pardinas, alubias o garbanzos completan una extensa variedad de platos de 'cuchara'. Sahagún también es rica en carnes y conocida por sus postres, concretamente por sus 'galletas de hierro'.

Tras la visita de Sahagún nos vamos a Grajal de Campos un pueblo con mucha historia. Esta localidad está declarada Bien de Interés Cultural con categoría de conjunto histórico, gracias a su gran riqueza monumental.

Símbolo de este enclave son el castillo, la iglesia de San Miguel Arcángel y el palacio de los Conde de Grajal.

Nos dirigimos a su castillo, declarado monumento nacional desde 1931. Está considerado el primer castillo íntegramente artillero de España. Su construcción, que data del siglo XVI, está realiza en el mismo lugar que otro castillo del siglo X. Entramos en esta edificación a través de una pequeña pero extensa escalera de caracol para divisar todo el pueblo desde el interior de esta fortaleza a través de sus cuatro torreones.

Como curiosidad habría que destacar que este castillo es uno de los pocos, sino el único, que conserva un cañón, que está semienterrado pero lo más sorprendente es que apunta al pueblo.

Salimos de esta fortaleza para dirigirnos al corazón de esta localidad, en la plaza Mayor del pueblo está situado la Casa Palacio de los Condes de Vega. Uno de los ejemplos más destacados de los inicios del arte renacentista en España que durante muchos años estuvo abandonado, produciéndose un espolio de sus monumentos y que poco a poco ha cogido el valor que se merece gracias a unas restauraciones que están presentes en la actualidad.

Declarado monumento nacional, el pueblo de Grajal llega a un acuerdo con los descendientes de este palacio para adquirirlo en 1998 por seis pesetas.

Destaca la belleza del patio central, con forma rectangular y dos pisos de arquerías y columnas. También tiene el inmueble una impresionante escalera renacentista tallada y sus salas están decoradas con yeserías, pinturas y azulejos.

El establo y las mazmorras del Palacio se han convertido en la actualidad en albergue de peregrinos para el descanso de los caminantes que realizan el Camino de Santiago.

El edificio está conectado con la iglesia de San Miguel Arcángel por su parte alta, lo que permitía que los condes presenciaran la misa desde el oratorio, sin necesidad de abandonar el palacio.

Nosotros después de observar esta iglesia desde esa estancia sintiéndonos auténticos miembros de la aristocracia, salimos del Palacio para entrometernos por su puerta principal en la iglesia.

La iglesia de San Miguel fue construida en el siglo XVI. Amplia y proporcionada, esta obra es renacentista aunque con detalles de un gótico tardío. Fue fabricada con ladrillo y alberga importantes obras de arte como el altar de San Sebastián o la capilla del Crucifijo, además de, por supuesto, el altar mayor.

Una historia que continúa muy presente en esta localidad con la celebración en la época estival de eventos y actividades culturales como exposiciones, cursos, jornadas y ferias. Además, cada 2 de febrero, se celebra Las Candelas, una fiesta en la que la música y el baile están acompañados por una celebración litúrgica en la que se muestra el contenido de las dos alacenas que contienen las reliquias más apreciadas de la parroquia y que sólo son visibles este día.

Abandonamos esta localidad por la única puerta que se conserva de este pueblo amurallado. La puerta de San Andrés que está unida a la Ermita de la Virgen de las Puertas, patrona de la localidad.

Al pasar levantamos la mirada para observar una pequeña imagen que representa a Hércules de niño, que tal y como cuenta la historia simboliza la defensa del interior de las murallas.

Nuestra última parada la realizamos en San Pedro de las Dueñas para visitar el monasterio que da nombre a este pueblo. Un templo benedictino que data de finales del siglo X y principios del XII. Al igual que muchas edificaciones de esta época, como la ya nombrada iglesia de San Tirso, comenzó su construcción en piedra, como se puede observar en su cabecera, pero acabó con ladrillo tras la llegada del mudéjar. Destaca de su exterior la torre que solo cuenta con tres cuerpos, uno de ellos macizo, que sostiene el peso de la construcción, mientras que los restantes están adornados con ventanas y frisos dentados, similar a la decoración del ábside central.

Nos adentramos en su interior para quedarnos maravillados con la colección de capiteles labrados y decorados con una particular iconografía. Una labor escultórica de primera calidad, similares a los que se encuentran en la parte más antigua de San Isidoro de León.

Terminamos la visita con la mirada fijada en la imagen de Cristo Crucificado, una obra atribuida al escultor Gregorio Fernández.

Sahagún, Grajal de Campos y San Pedro de las Dueñas son tres pueblos históricos con mucho patrimonio que sigue marcando la actualidad de estos lugares en los que sus gentes han sabido conservar y dinamizar todo su patrimonio cultural.