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inés santos
Miércoles, 26 de abril 2017, 12:31
A pesar de las restricciones de agua para los regantes del Páramo Bajo, «controlando el riego se sacarán los cultivos adelante», así lo asegura el primer teniente alcalde de Zotes del Páramo, Marino del Castillo González. El municipio leonés que está compuesto por las ... localidades de Zotes del Páramo, Zambroncinos del Páramo y Villaestrigo del Páramo se mantiene principalmente gracias a la agricultura.
La zona del Páramo Bajo fue una de las primeras en comenzar con las modernizaciones del regadío y lo hacen a través del agua del pantano de Riaño. Uno de los menos perjudicados en la provincia por la sequía. A pesar de la falta de lluvia, el primer teniente alcalde de Zotes asegura que las restricciones de agua del pantano no pondrán en peligro las cosechas. «A nuestra zona nos han restringido a 5.000 litros por hectárea y controlando el riego se saca», explica Marino del Castillo, quien insiste en que en sus cultivos «nunca he superado los 5.000 por hectárea».
Remolacha, maíz, trigo y alubia son los principales cultivos de esta zona de la provincia, aunque en algunas parcelas también se ven patatas y otros cereales, pero en menor medida. Los primeros riegos de la remolacha y los del cereal de invierno ya se comenzaron a principios de abril y ahora continúan con aquellos que «ayudarán a nacer el maíz» ya que la campaña de siembra aún no ha finalizado.
Un pueblo atacado por la despoblación
Actualmente en el municipio de Zotes del Páramo se encuentran empadronadas cerca de las 450 personas, a pesar de sus tres núcleos de población. Un Ayuntamiento que económicamente no ha visto los estragos de la crisis en las arcas municipales y que cuando es necesario mejora las instalaciones de cualquiera de los tres núcleos de población que dependen de él.
Desde hace unos años, los pocos niños en edad escolar del municipio se desplazan al CRA de Santa Maria, la pérdida de población hizo cerrar el colegio de la localidad. En los años 80 los habitantes del municipio superaban los 1.300 y en menos de 40 años la población ha descendido a las 450 personas. El teniente alcalde de la localidad considera que la «pérdida de población ha sido tan progresiva que apenas te das cuenta de que faltan más de la mitad».
Las migraciones por la falta de industria o servicios para emplearse hacen que los jóvenes que no quieren dedicarse a la agricultura vayan abandonando la localidad que ha sido la mayor crisis del Ayuntamiento.
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