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Candela Nieto no pasa por su mejor momento. La actriz, colaboradora y showoman ha dejado que sus adicciones al alcohol y a la cocaína tomen el control de su vida y la cosa queda patente cuando, en mitad del directo de un programa estilo 'Tu ... sí que vales' o 'El factor X', cae desplomada sobre la mesa del jurado, mientras un hilo de sangre mana de su nariz. Así comienza 'Un nuevo amanecer', la ficción creada, escrita y dirigida por José Corbacho y protagonizada por Yolanda Ramos, en el papel de esta celebridad que parece tocar fondo en los primeros compases de la serie que se estrena este domingo en Atresplayer.
Con un representante que maquilla su realidad y le regala los oídos constantemente y una hija adolescente a la que es incapaz de llegar, Candela acaba ingresando en un centro de desintoxicación, no con muchas ganas, empujada por unos directivos de la televisión que no le darán otra oportunidad si no se restablece. A Corbacho el punto de partida se lo sugirió la realidad. «Hace unos años fui a un centro de tratamiento de adicciones con un familiar, todo el mundo se pensó que era yo el que ingresaba», relata entre risas. «Aquel día vi a una chica en chandal, con un cigarrillo y la ceniza a punto de derramarse y pensé que parecía un personaje de Yolanda Ramos. A partir de ahí, me imaginé qué pasaría si una celebrity como ella tuviera que entrar en un centro así», cuenta el creador de la ficción.
Así que en realidad, la actriz siempre estuvo en la mente del realizador. «Sí, porque yo quería explicar esta historia con un tono que a veces transita por la comedia y por el humor, pero sin frivolizar, desde la verdad, y sé que para eso puedo jugar con Yolanda», explica sobre la protagonista de una ficción que habla de salud mental y de adicciones, pero que también ahonda en el mundo de la televisión y en otro tipo de adicciones totalmente aceptadas como la adicción al trabajo, a la popularidad, al reconocimiento y al éxito. A su lado, Ramos reconoce que tuvo «miedo» a la hora de encarar el personaje por el curro que necesitaba y también por ser el papel principal. «Hasta que un día me levanté y dije, bueno, déjate llevar de la mano José, igual que te dejaste la primera vez, y hasta hoy», confiesa.
Lo cierto es que se establece un juego cómplice entre el espectador y la actriz porque uno cree reconocer en Candela Nieto a Yolanda Ramos, aunque ella niega la mayor. «Es que la Yolanda que ve el público no soy yo nunca. Hago los personajes de forma que parece que todos tienen algo de mí, pero no tienen nada que ver conmigo. Yo soy una tía, por ejemplo, a la que le encanta hacer un punto de cruz o ganchillo. Y nadie se lo imaginaría. Soy una tía que ha llorado mucho y que sigue llorando», afirma la intérprete. «Es mentira, es una serie, ni yo me drogo, pero como no soy lineal, pues algunos pueden pensar que se inspira en mi vida, pero no», asume.
A favor de esa idea juega el mundo real que se establece en torno al personaje de ficción. Ane Igartiburu es la presentadora de un programa en el que también colaboran la Terremoto de Alcorcón y el propio Corbacho haciendo de sí mismos. «Se trataba de colocar un contenedor real para que pudieramos ir mucho más allá con el personaje de ficción. Yo siempre quiero pensar que la realidad no supera a la ficción, sino que los deberes de la ficción son superar a la realidad, lo que pasa es que la realidad no lo pone nada fácil», resume el creador que hace hincapié en que la ficción no está basada en hechos reales ni personajes reales.
De hecho, el retrato que la serie hace de las tripas de la televisión es de todo menos amable, con unos directivos sin alma que trabajan en una trituradora de personajes y, por ende, de personas. «La televisión tiene una parte jodida, todos lo sabemos, pero es que al final vivimos en una sociedad que es un poco trituradora. Probablemente antes los personajes televisivos se mantenían más tiempo, pero es que ahora va tan rápido todo... Hay más contenido, consumimos más, pero al final nos vamos consumiendo las propias caras de la televisión», explica Corbacho. Por otro lado, le corta Ramos, «tú tampoco estás contando nada que no ocurra en otros trabajos, lo que pasa es que la televisión, al ser un medio de masas, si eres famoso eres muy famoso y si eres juguete roto eres muy juguete roto. Pero vamos, yo creo que está a la orden del día en todos los trabajos, desgraciadamente».
Pese a que la salud mental y las adicciones están cada vez más sobre la mesa, siguen siendo un tema tabú. «Es un problema de la propia sociedad. A mí me gusta mucho hablar de adicciones que de repente la sociedad acepta, como la adicción al trabajo, es una adicción que parece que está aceptada porque es una adicción productiva, al igual que la adicción a comprar o a las redes sociales -deja caer Corbacho-. Al final hay adicciones que todos tenemos, pero son productivas. Gastamos, consumimos... Fíjate, al final consumir es una palabra muy de la sociedad de consumo y muy de los adictos».
Considera Corbacho que se puede hacer comedia «de todo», aunque el humor como la sociedad «evoluciona». «Nuestra principal finalidad con el humor es que la gente se lo pase bien, si por el camino nos equivocamos, pues oye, como todo el mundo, se pide disculpas y ya. Pero nuestros errores son leves, yo prefiero equivocarme haciendo un chiste que no un neurocirujano que me opera a corazón abierto», concluye.
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