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Corría el año 1976 y hordas de jóvenes británicos aburridos y rabiosos asaltaban metafóricamente las mansiones de las estrellas de la música que se habían hecho millonarias en la década de los 60. El punk reaccionaba con virulencia contra sus predecesores como ninguna otra tendencia ... musical había hecho antes. Reivindicaba el amateurismo: no importaba si no sabías tocar un instrumento, lo importante era la actitud. El virtuosismo se reemplazaba por canciones cortas en las que describir con furia un país azotado por la crisis económica.
'Pistol', la serie de seis episodios disponible en Disney Plus, es todo un acontecimiento por muchos motivos. Su director, Danny Boyle, sabe de lo que habla y recupera el nervio de 'Trainspotting' para contar la ascensión y caída de los Sex Pistols. Con ellos cambió no solo la música, sino la moda, la peluquería, el diseño gráfico, la mercadotecnia y la filosofía. Boyle rueda de la misma manera que cantaban Johnny Rotten y compañía: a gritos. En un momento en que todas las series se parecen, 'Pistol' se atreve a hacer algo diferente merced al arriesgado trabajo del director de fotografía Anthony Dod Mantle, curtido en los rodajes de Lars Von Trier, Oliver Stone y el propio Boyle.
El director de 'Slumdog Millionaire' se basa en las memorias de Steve Jones, 'Lonely Boy. Historias de un sex pistol', editadas en nuestro país por Libros Cúpula. «¿Recuerdas aquella escena de 'La naranja mecánica' en que fuerzan al protagonista a mantener los ojos abiertos para hacerle sentir como una mierda cada vez que recuerde lo cabrón y asqueroso que ha sido? Más o menos así me voy a sentir yo escribiendo este libro», relata Jones, un chico solitario que creció en el barrio de Sheperd's Bush, al oeste de Londres, y que sintió una epifanía cuando descubrió el glam de David Bowie y Roxy Music.
'Pistol' arranca precisamente con Jones rindiendo homenaje a Ziggy Stardust de la única manera en que sabía: robándole de noche sus instrumentos dispuestos en el escenario del Hammersmith Odeon para un concierto al día siguiente. Esa picaresca no le hubiera llevado a ninguna parte de no ser por Malcolm McLaren y Vivianne Westwood, que regentaban la boutique 'Sex', donde Jones también intentó sisar. A Paul Cook, Glenn Matlock y Jones se les unió John Lydon, después conocido como Johnny Rotten, cuyo chirriante aspecto con el pelo verde fue su principal aval para entrar en el grupo.
John Lydon tiene hoy 66 años y odia la serie de Danny Boyle: «Roba el pasado y lo convierte en un cuento de hadas», declaró a 'The Sun' el hombre que cantaba «soy un anticristo, soy un anarquista» y que hoy da el pésame en Twitter por la muerte de Isabel II. «Se pueden ir todos a tomar por culo. Les apoyé durante años y años, aun sabiendo que no valían para nada. Ninguno de estos cabrones tendría una carrera de no ser por mí». El autor de 'God save the Queen' es mostrado en los primeros compases de 'Pistol' como un botarate, pero poco a poco su papel va creciendo en importancia y hasta acaba erigiéndose en algo así como el guardian de la integridad moral del grupo.
Peor parado aparece Sid Vicious, que reemplazó al bajista original, Glenn Matlock, rehén de las drogas y protagonista del episodio más morboso en la historia de la banda, que Boyle aborda con sutileza: su muerte por sobredosis en 1979 al día siguiente de salir de la cárcel tras ser juzgado por el asesinato de su novia, Nancy Spungen. Su madre le procuró la droga sin saber, como después confesó, que era demasiado buena. Si hay un villano en 'Pistol', ese es Malcolm McLaren.
Los Sex Pistols solo editaron un LP, 'Never mind the bollocks', y apenas duraron juntos tres años, pero su legado de nihilismo y destrucción caló para siempre. La serie de Danny Boyle no es un documental y se toma algunas licencias, como el personaje de Crissie Hynde, que aparece como el gran amor de Steve Jones. La líder de Pretenders ha sido la primera sorprendida por su papel en el devenir del grupo. Un casting de actores desconocidos ayuda a la veracidad de la serie, que, además de los temas del combo, atesora una banda sonora fastuosa con canciones de la época: Bowie, T-Rex, Otis Redding, Shirley Bassey, Pink Floyd...
Más allá de veracidades biográficas, lo mejor de 'Pistol' es cómo captura el ambiente de la época. El furor de los conciertos con golpes y escupitajos. Las palabrotas, como el mítico 'fuck' que soltaron en la televisión británica. La transgresión que simbolizó el punk, como la maravillosa escena en que una empleada de 'Sex', interpretada por Maisie Williams, la Arya Stark de 'Juego de Tronos', toma el tren para dirigirse a la tienda de King's Road con una gabardina transparente sin nada debajo. «Yo no estaría aquí sin los Sex Pistols», sostiene Danny Boyle. «Fueron la fuente que lo cambió todo para tantas personas que vinieron después de ellos. Dieron atemporalidad a la música, a la moda, a un estilo de vida. Lo que era diferente en ellos es que te permitían hacer lo que quisieras. Puedes desperdiciar tu vida, ser fútil o no, tú decides. Nada volvió a ser lo mismo, especialmente para la clase trabajadora».
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