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Dicen la cantante Aitana y el actor Miguel Bernardeau que 'La última' surgió casi como una broma. Joaquim Oristrell, guionista de la ficción, almorzó con la pareja y sugirió la posibilidad de hacer algo juntos en una época en la que los dos trataban de ... mantener su vida privada al margen de todo, pues tenían a la prensa detrás casi cada día. «Nos reímos muchísimo», reconocía Bernardeau durante la multitudinaria rueda de prensa en la que se puso de largo la ficción. Pero cuando llegaron a casa, comenzaron a darle vueltas al asunto. «Al final -resumía el actor que dio vida al divertido Guzmán en 'Élite'- era un proyecto en el que podíamos desarrollar unos personajes interesantes, en una historia que merecía la pena contar. Desde luego hemos intentado hacerlo con un trabajo actoral honesto. Se trata de que la gente desee ver la serie no solo porque esté Aitana, sino porque la historia merece la pena».
Aquel proyecto, el primero que Disney+ desarrolla en nuestro país, ya ha desembarcado en la plataforma, con sus cinco capítulos de golpe, y lejos de lo que decía Bernardeau, sí tiene un objetivo en mente: gustar a los seguidores de Aitana. Al fin y al cabo, la cantante que saltó al estrellato tras su participación en la edición de 'Operación triunfo' de 2017, encarna a Candela, una artista que se está haciendo un nombre en internet a través de las canciones que interpreta junto a su amiga. Por su parte Bernardeau da vida a Diego, un tipo que se gana la vida enseñando boxeo a niños y peleando en combates clandestinos. Ambos se conocen desde el instituto, pero jamás habían reparado el uno en el otro. Un día Diego debe huir de una de estas peleas ilegales tras advertir la presencia de la policía en las inmediaciones. Ensangrentado, entra en un garito donde se queda hipnotizado ante Candela. La joven interpreta una canción sobre el escenario, esperando que uno de los productores más importantes de la industria repare en ella, pero el ejecutivo no deja de hablar por el móvil. Diego, ensimismado por lo que está escuchando, le pide que deje «el puto teléfono». El productor se marcha airado, pero antes de abandonar la sala se percata de que Candela es un diamante en bruto y la contrata.
A partir de ahí, lo que sigue es una historia llena de clichés, antigua y caduca, hecha para el lucimiento de Aitana y, en menor medida, de Miguel Bernardeau, que ha podido incluir su pasión real por el boxeo en la trama. Y sí, se puede decir que la complicidad de Bernardeau y Aitana, sí que en cierto modo traspasa la ficción, aunque sus dotes interpretativas no sean las mejores. La chica, dulce e inteligente, y el chico rudo y cabezota, se enamoran justo cuando ambos están tratando de alcanzar sus sueños -ser una cantante de éxito; convertirse en el campeón de España de boxeo- en un viaje que acaba convirtiéndose en una carrera de obstáculos. Buena parte de ellos los colocan los dos villanos de la ficción: el productor Fede, al que da vida Aitor Luna, que no dudará en someter a un estricto control a Candela para proteger su inversión. Y Madison, un tipo turbio al que pone rostro Luis Zahera. Inmerso en todo tipo de negocios fraudulentos y en los combates clandestinos, Madison funciona a base de chantajes y extorsión, utilizando a personas como Diego para llenar sus arcas. Su interpretación, una caricatura llevada muy al extremo de lo que Zahera acostumbra a hacer -se ha convertido en el malo malísimo de todas las producciones españolas-, es también una de las más divertidas y simpáticas de toda la ficción.
Decepciones, alegrías, caídas y triunfos forjan esta suerte de 'La La Land' cañí que aborda asuntos como la fragilidad de la amistad y el amor cuando el éxito merodea por ahí, la incomprensión de los padres frente a las elecciones de sus hijos -la relación entre Candela y su madre es especialmente ridícula-, los celos profesionales, los sacrificios personales o las dificultades de salir del hoyo cuando la vida no lo pone fácil. Los fans de Aitana disfrutarán, y mucho, de las canciones que interpreta la cantante de San Clemente de Llobregat, y especialmente del último capítulo que se desarrolla en el WiZink Center de Madrid, con una gran puesta en escena. No en vano, se ha publicado un disco con las ocho canciones que se escuchan en la serie. En cambio, resulta sorprendente lo mal que está la mezcla de sonido en muchas de las secuencias, donde la música ambiente no permite oír con claridad los diálogos.
No se ha confirmado aún, pero el final de la primera temporada queda tan abierto y con un cierre tan apresurado que estamos convencidos de que habrá segunda temporada, si es que no se ha rodado ya.
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