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Nos acercamos al final de la aplaudida primera temporada de 'The Last of Us'. El sexto capítulo, donde se profundizaba en la psique de los personajes principales, terminaba con un cliffhanger de aúpa. Joel herido de muerte, sobre un paisaje nevado. La sangre fluye imparable ... a través de una fea herida de arma blanca en el estómago del barbudo gruñón. Suena, arropando la dramática estampa, una adaptación de un hit de Depeche Mode, 'Never Let me Down Again' -que ya escuchamos en el primer capitulo de la serie en su versión original-, esta vez con la voz de Jessica Mazin. Un plano general añade épica sentimental a la trágica situación. Joel está en peligro y Ellie intenta ayudar a su compañero de viaje, quien puede abandonarle para siempre. Una pena que el caballo con el cual han huido los protagonistas de sus atacantes sea un muñeco que no se mueve ni un milímetro -un tema comentado con sorna, inevitablemente, en las redes sociales-. La séptima entrega parte de este momento desesperante, y acaba parecido, dejándonos con la intriga de qué es lo que va a pasar con el genial personaje interpretado con un indiscutible carisma por Pedro Pascal, que estrena en dos días la nueva sesión de 'The Mandalorian', donde también protege a un infante de enemigos impredecibles. Para quienes han metido horas en el videojuego, no hay lugar para la sorpresa.
La dependencia emocional entre los roles principales es evidente, ya nos quedó claro en el anterior episodio. En la séptima entrega toca adentrarse en la psicología de Ellie con un flash-back que la sitúa como una cadete inteligente que se entrena a regañadientes en los cuarteles de FEDRA. «Eres lista, y de lista pareces tonta», le comenta un superior tras haberse defendido a guantazos de una situación de bullying. La chica es rebelde, no nos cabe la menor duda. El salto hacia atrás en el tiempo refuerza la idea de que no acepta las normas fácilmente. Escucha música en un walkman, un guiño retro que no será el único a lo largo del capítulo. Su devoción por los cómics y su emblemática navaja también están presentes.
Los seguidores del videojuego están disfrutando especialmente con la sentida mimetización del material original. Saben lo que va a pasar, pero el goce es el mismo. El espectador profano se está encontrando una buena serie, entrañable y emotiva, con muchos matices y riesgos narrativos, donde los infectados por el hongo controlador apenas hacen acto de presencia. Tan solo sale un espécimen en esta séptima parte que amplía lo que ya puede verse en alguna escena cinemática de la Playstation. Ellie se junta con una amiga del alma, que se ha unido a los Luciérnagas. Por la noche se escapan del internado y, tras corretear por las azoteas, visitan un centro comercial abandonado, como en 'Zombi' de Romero. Un escenario muy habitual en el género, un paraíso en ruinas, con luces de neón, que esconde los restos de una civilización consumista. Suena 'Take on me', el tema mítico de A-ha. La banda sonora cobra especial protagonismo en esta entrega donde un carrusel iluminado simboliza la alegría del pasado. Las jóvenes prófugas disfrutan con el tiovivo y una sala de máquinas donde juegan al 'Mortal Kombat', «fatality» incluido. Asistimos al despertar sexual de Ellie, aunque ya nos habián dado pistas con anterioridad. También somos testigos de la primera mordedura, todavía sin indicios de que la pequeña aventurera sea inmune.
El capítulo se oscurece, adquiere tintes de terror y la historia de amistad y amor se torna pesadilla. 'The Last of Us' maneja muy bien las emociones, tirando de lugares comunes con convicción. Buen cine comercial en formato serializado. Tras descubrir el primer mordisco y aceptar las consecuencias, destaca el montaje en paralelo del flash-back y el momento presente en el cual Joel lucha por su vida, una decisión narrativa que funciona y eleva el espectáculo. Solo un infectado ataca a las chicas, y no una legión como en el videojuego, marcando la sensibilidad del instante. Han sabido aquí exprimir bien las posibilidades del lenguaje audiovisual. Ellie no quiere perder a un ser querido, no quiere quedarse sola para afrontar el caos, pero todavía no sabe que seguirá viva. Una construcción magnífica. Sirva esta última frase para convencer a quienes me leen que, efectivamente, me está gustando la serie, aunque no lo grite a los cuatro vientos en las críticas semanales, sin abundantes spoilers.
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