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Bella Ramsey e Isabella Merced, en la segunda temporada de 'The Last of Us'.
Craig Mazin, creador de 'The Last of Us': «Hacer cambios es la forma de preservar el espíritu de una obra»

Craig Mazin, creador de 'The Last of Us': «Hacer cambios es la forma de preservar el espíritu de una obra»

«Soy una persona sentimental y sospecho de las personas que critican la sentimentalidad como si fuera un defecto», asegura el cocreador de la adaptación del videojuego 'The Last of Us', que este lunes estrena su segunda temporada en Max

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 9 de abril 2025, 00:36

De la cabeza de Craig Mazin (Nueva York, 54 años) han salido mundos tan dispares como los de la tercera y cuarta entrega de 'Scary Movie', la divertidísima 'Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!' o dos de las series más interesantes de los últimos años, 'Chernobyl' y 'The Last of Us'. Lanzada hace un par de años, la adaptación del célebre videojuego dirigido por Neil Druckmann, cocreador también de la ficción junto a Mazin, causó sensación entre el público y la crítica. No solo supo seleccionar qué elementos del videojuego debían aparecer en el relato seriado, sino que introdujo historias inéditas que contribuían a engrandecer su universo.

«A veces, hacer cambios es la extraña forma preservar el espíritu original de una obra, que se pierde si lo mantienes todo exactamente igual», explicaba este lunes el creador y guionista durante una masterclass organizada por Max y el sindicato de guionistas Alma con motivo del estreno este lunes de la segunda temporada de la ficción. Cercano y divertido, durante dos horas Mazin repasó algunos de sus logros de su trayectoria, detalló su forma de abordar los proyectos y contestó a varias de las preguntas en un Auditorio Giner de los Ríos del Instituto de Libre Enseñanza de Madrid casi hasta los topes.

No recuerda el autor de títulos como 'Experimento chiflado' cómo se metió a guionista. «Mis padres eran profesores en EE UU y cuando era muy joven me dijeron que lo más importante era tener un trabajo que te permitiera vivir bien. Hollywood era el lugar donde iban los imbéciles, poca gente lo conseguía. Yo estaba estudiando para ser médico y participé en un programa de la radio universitaria y me enamoré de esto, de hablar con la gente, de conseguir ser interesante para los demás. Nunca pensé que me convertiría en escritor», apuntaba.

Mazin empezó a trabajar en una agencia de publicidad y de ahí dio el salto a Disney, en el departamento de marketing. ¿Su función? Tratar de hacer interesantes los tráilers de algunas películas. Era, comenta, la época de los VHS y los DVD y los estudios estaban «desesperados» por lanzar películas. «Daba igual que fueran un fracaso en los cines porque como después iban a salir en estos formatos, recuperarían la inversión con beneficios», señala. Y ahí fue donde consiguió la primera oportunidad para escribir una película, 'El astronauta' (1997). Pero, avisa, «lo complicado es conseguir el segundo trabajo. Al final tienes que seguir creciendo y aprendiendo. Creo que me ha ido bien porque yo no tenía la seguridad en mí mismo que veía en otras personas que empezaron conmigo, yo dudaba de mí todo el rato y si he seguido ahí es porque no daba nada por sentado y siempre trato de mejorar».

Pedro Pascal.

Pese a la seriedad de sus dos últimas propuestas, ha sido en torno al humor donde Mazin ha construido buena parte de su carrera autoral. Este pasado lunes se granjeaba una buena ristra de aplausos cuando dijo a los guionistas de comedia: «Sois más listos que los que escriben drama, pero como la comedia es divertida y hasta se ríe de sí misma no la tenemos tanto en cuenta». «Hay -añadió- algo muy concreto y especificamente humano en la comedia. Los animales pueden quererse, pueden protegerse, pero no son divertidos. Los perros no cuentan chistes y es lo que marca la diferencia». Mazin dejó claro que tampoco sabe por qué empezó a escribir comedia, cuando nunca se ha preparado para ello, pero sí explico que proyectos como 'Scary Movie 3' con David Zucker al frente, han sido vitales para su aprendizaje. «La atención al detalle de David es algo que aplico a todo lo que hago», explicó. En este sentido, adelantó que la segunda temporada de 'The Last Of Us' es «más divertida que la primera».

La primera temporada acababa -y ojo que esto es un espóiler- con Joel (Pedro Pascal) salvando a Ellie (Bella Ramsey) de un equipo médico que tenía que acabar con ella para obtener la cura al virus que ha sumido al planeta en una pandemia. La nueva entrega comienza cinco años después. Joel y Ellie se ven arrastrados a un conflicto entre ellos y a un mundo aún más peligroso del que habían dejado atrás. Cuenta Mazin que el proceso creativo entre él y Druckmann no ha cambiado en esta segunda temporada. «Yo llegué al proyecto como un fan y Neil como el creador y eso nos da dos perspectivas distintas, pero nos unimos porque compartíamos amor profundo por este universo. La relación se basó en la idea de que ambos entendíamos que la adaptación requería de cambios, a menos que no los requiriera. Se trataba de compartir opiniones y diferencias para saber qué se podía mover y qué no y desde el principio llegamos al acuerdo de que siempre teníamos que estar de acuerdo, así que se trataba de tener paciencia, respeto mutuo y nada de egos». En este sentido, apostilló Neil es de esos creadores «que tienen flexibilidad con el material de origen. A veces hay que hacer cambios para preservar el espíritu de una obra, que se pierde si lo mantienes todo exactamente igual».

Craig Mazin, este lunes en Madrid. A. Tomé

No hubo muchos más detalles acerca de la segunda temporada, aunque Mazin sí que explicó que la idea era «tratar de no repetir aquellos trucos que tanto nos sorprendieron en la primera temporada». En cambio el guionista sí pasó por alguno de los momentos más emblemáticos de la entrega anterior. Así, se detuvo en el séptimo episodio, el que protagonizan Ellie y Riley en el centro comercial, un capítulo que conecta con el tiempo de la infancia y con dos jóvenes que siguen siéndolo a pesar de que el mundo se está acabando. «Es que el ser humano rehusa a cambiar», explicó.

En un momento donde la acción y la visceralidad están tan a la orden del día en la ficción, a Mazin no le importa caer en el melodrama. «Soy una persona sentimental, creo que todos los somos, y sospecho de las personas que critican la sentimentalidad como si fuera un defecto. Son como las personas que critican la comedia. Entiendo que esas personas han llorado alguna vez en su vida, les han roto el corazón y cuando muere alguien que han querido, se sienten destruidos. El punto es conectarnos con esas emociones de forma segura. Ver a alguien lidiar con situaciones difíciles, nos ayuda a lidiar con las nuestras. Y eso está bien, nos permite llorar y no me da vergüenza nada de eso».

Precisamente, ese capítulo siete es uno de los más dolorosos y emocionantes de la serie. «Sabes que Riley va a morir y se trata de trazar cómo llegar hasta ahí, pero las cosas funcionan realmente bien cuando te olvidas de algo. Yo tuve esa sensación con 'Titanic'. Estaba tan pendiente de la historia de amor entre ambos que de repente fue como: 'Ay no, que se va a hundir'», comentaba provocando las risas del público.

En este sentido, Mazin reconoció que no es muy fan de los 'cliffhangers' ni de los giros de trama. «Queremos que el publico vuelva a la serie para ver que pasa con los personajes y sus relaciones. Las relaciones son lo que nos hace conectar con las historias, pese a que pensamos que conectamos con las tramas», señaló. De hecho, «una de las cosas que decidimos desde el principio es que las secuencias de acción debían dar información o cambiar la relación entre los personajes».

El trabajo en Chernobyl

Hubo tiempo también para hablar de los cinco episodios de 'Chernobyl', la descomunal ficción acerca del desastre nuclear de 1986 que se estrenó a mediados de 2019. Preguntado por cómo había logrado vender una serie cuyo clímax consiste en ver a un físico nuclear exponiendo ante un tribunal por qué ha explotado el reactor, Mazin aseguró que se lo debe todo a la productora ejecutiva Carolyn Strauss. «La cosa empieza con que tienes contar una historia, lo necesitas. Y yo traté de que Carolyn entendiera por qué me obsesionaba tanto y era tan fascinante. Estaba atrapado por esa historia y conseguí que ella se sintiera atrapada también», apuntaba.

Para la elaboración de esta historia, Mazin pasó un par de años documentándose, habló con físicos nucleares y visitó la central. La descripción global de la serie cabía en 60 páginas, que contenían un mapa de la trama, una descripción de los personajes y un resumen de cada capítulo. «Cada guionista tiene su método. Yo soy muy metódico y los guiones que entrego son bastante cercanos a lo que luego filmamos», dice quien invirtió una media de dos meses de tiempo para escribir cada capítulo. Por supuesto, Strauss leía todos los guiones y daba indicaciones «muy valiosas». ¿Y HBO? «Da algunas notas, pero confían bastante en nosotros, yo creo que son únicos en nuestro sector», comentaba.

Un fotograma de 'Chernobyl'.

Disponibles en internet, los guiones de los cinco episodios de 'Chernobyl' son una maravilla y demuestran que Mazin es de los guionistas que trata de enriquecer cada página con notas a la dirección. «Es que es parte de nuestro trabajo, que quien se lea esas páginas pueda verlo, olerlo, sentirlo». Y sobre el final de la ficción y el evidente logro didáctico, señaló que lo pudo hacer trase entrevistar a un físico nuclear y entender verdaderamente cómo funciona una central. «Es lo que hacemos los escritores, cogemos una materia en bruto, la refinamos, la definimos y la dejamos en algo bonito».

'Chernobyl' tiene la particularidad de ser una coproducción entre EE UU y Reino Unido que cuenta una historia ocurrida en territorio ucraniano. ¿Tiene derecho un escritor estadounidense a contar esta historia? «Sí, si no solo podríamos contar historias sobre escritores de mediana edad y calvos», contestó entre risas refiriéndose a sí mismo y al oyente que le había lanzado la pregunta. «Debemos poder escribir sobre personajes que no se nos parecen o que no suenan como nosotros. Lo importante es que hagamos un trabajo de documentación», matizó, para después explicar que todos los guiones de 'Chernobyl' los leía una mujer que había crecido en la región buscando la mayor autenticidad posible. «Sé que ha habido un debate sobre quién tienen el derecho a contar una historia y creo que la respuesta es que aquellas personas que la cuenten bien. Yo noto cuando una persona de fuera cuenta algo nuestro, pero tengo respeto porque esas personas que pueden cruzar fronteras y seguir siendo auténticas. Os animo a escribir sobre cosas que nunca seréis porque es el trabajo que hacemos y genera empatía y no puedo encontrar una mejor manera de empatizar con alguien que darle vida en mi mente», concluyó.

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