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Detrás de 'Alaska Daily' está Tom McCarthy, que en 2015 bordó 'Spotlight', largometraje basado en la investigación del diario 'Boston Globe', que obtuvo el Pulitzer por sacar a la luz el encubrimiento sistemático de la Iglesia católica de innumerables casos de pedofilia en Boston. La ... película se ambientaba en 2001, cuando los periodistas no mirábamos Twitter mil veces al día. Internet todavía no había transformado de arriba a abajo la industria informativa.
Eran reporteros de la vieja escuela, de la única. Bucean en archivos, repasan recortes de prensa, llaman y llaman por teléfono, les dan con la puerta en las narices y se cuelan en despachos sin esperar a que la secretaria anuncie su visita. Cuidan a sus fuentes y empatizan con las víctimas a las que entrevistan. Discuten con su jefe cuando llegan a la Redacción con el subidón de la exclusiva y éste les pide esperar. Temen que la competencia se adelante. No tienen vida ni horarios.
Y es que a los periodistas que crecimos viendo 'Lou Grant' nos das una redacción y ya nos tienes ganados. Billy Wilder en 'Primera plana' y 'El gran carnaval' solo hablaba de lo que conocía, de los plumillas canallas que trató en Viena y Berlín en los años 20. 'Todos los hombres del presidente' también nos enseñó con la crónica del Watergate desvelada por Woodward y Bernstein que la integridad y la persistencia eran las claves de este oficio. O 'Zodiac', donde David Fincher, hijo de periodista, rehúye el espectáculo sensacionalista en la crónica de la obsesiva –y frustrada– captura de un asesino en serie.
Si 'Nightcrawler' era una feroz y siniestra sátira de los noticiarios televisivos, donde lo único que cuentan son los visionados en YouTube, Steven Spielberg homenajeó en 'Los archivos del Pentágono' a una profesión que no atraviesa sus mejores momentos. Sin prensa libre no hay democracia, recordaba el director de 'Tiburón'. Sobre todo en la América de 1971, cuando todavía se corría al quiosco al amanecer para descubrir las noticias en las portadas de diarios de papel. Es lo que hace el histórico director del 'Post' Ben Bradlee (Tom Hanks) para comprobar el bombazo que da el 'New York Times'. La filtración de un estudio encargado por Nixon a un 'think tank' demuestra que la guerra de Vietnam se sabía perdida de antemano. Y a pesar de ello las sucesivas administraciones enviaron a la muerte a 59.000 americanos.
Solo Spielberg puede poner el vello de punta con una escena en la que la mesa de un redactor se pone a vibrar: la señal de que las rotativas del 'Washington Post' han arrancado en los bajos del edificio. 'Alaska Daily', serie producida por la ABC disponible entre nosotros en Disney Plus, también se basa en un caso real, el asesinato de mujeres indígenas en Alaska dado a conocer por el Anchorage Daily News. No hay demasiada épica y ni siquiera aparecen ya rotativas. El diario protagonista tuvo que abandonar su ostentoso edificio cuando no salían las cuentas y ahora ocupa un local en un centro comercial, entre lavanderías y restaurantes de comida rápida.
'Alaska Daily', digámoslo ya, no está a la altura de 'Spotlight' ni de la estupenda 'Press' (Filmin), que ya se ambientaba en una industria en crisis, con las cabeceras tradicionales rendidas a internet con plantillas diezmadas. Hilary Swank es una reportera cancelada en una revista de Nueva York por hurgar en las altas esferas del poder, que acaba en un periódico local de Alaska a propuesta de un antiguo jefe. Sale un alce, pero ahí se acaban las similitudes con la mítica serie del doctor Fleischman. Engreída y adicta al trabajo hasta el punto de huir de un hospital en el que está internada para volver al periódico, el personaje resulta insoportable, sin que a lo largo de los ocho episodios de unos cuarenta minutos de duración disponibles evolucione.
'Alaska Daily' empieza así como esas historias con un personaje metido en un ambiente que no es el suyo, un pez fuera del agua. Una periodista acostumbrada a tratar con peces gordos de Washington trasladada a un pueblo donde lo más excitante es la feria local. Sus maneras contrastan con las de sus compañeros, aunque los sucesos locales que cubren resultan muchas veces más interesantes que la investigación criminal. Claro que tampoco hay mucho tiempo en profundizar en el retrato de esos profesionales que tratan de conciliar sin conseguirlo vida familiar y profesional. Son periodistas de raza, que saben encontrar la noticia yendo a los sitios, hablando con la gente, llamando por teléfono, al tiempo que tuitean y tienen sobre sus cabezas un monitor con el número de visitas a la web.
'Alaska Daily' apunta muchos temas que no desarrolla por querer centrar la atención en la investigación criminal. Está el dueño del periódico, cuyos intereses empresariales chocan muchas veces con las investigaciones en sus páginas; el director veterano que tiene que calmar egos y calcular tiempos de publicación; el novato que pronto aprenderá el valor de ir a los sitios y de mirar más allá del cliché; el divorciado y exadicto al fentanilo, que a veces se lleva a su hijo a la Redacción porque no tiene dónde dejarlo.
'Alaska Daily' demuestra que los periódicos locales siguen siendo necesarios, nadie como ellos para movilizar a una comunidad y poner contra las cuerdas a los poderosos. «Vivimos un momento en el que los periodistas han sido realmente atacados en este país y en todo el mundo», denuncia Tom McCarthy. «Intentamos humanizarlos un poco, dar una idea de quiénes son y por qué es tan importante el trabajo que realizan».
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