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Decía de sí mismo que era un vago, un holgazán que había trabajado mucho, pero que estaba muy capacitado para no hacer nada. «Yo no soy una persona de las que necesitan estar trabajando porque si no, no se realizan. Si yo hubiera sido heredero, ... habría estado perfectamente sin hacer nada», llegó a sentenciar en una entrevista televisiva. Afortunadamente, Fernando Fernán Gómez (Lima, 1921 - Madrid, 2007) no procedía de tan alta alcurnia. Hijo extramarital de dos actores de teatro, el novelista, guionista, director de cine, dramaturgo y actor tuvo que esforzarse como el que más para desarrollar una amplia y exitosa carrera que permanece en la memoria de todos los amantes del cine, el teatro o la literatura.
Ahora, las galerías del Palacio de Longoria, la sede que la SGAE tiene en Madrid, confirman que lo de vago era más aspiracional que otra cosa. Una muestra titulada 'El viaje a todas partes', organizada por la familia del carismático actor, realiza un exhaustivo recorrido por la vida y obra de un autor ligado a las tablas desde su más corta edad. No en vano, de forma ocasional, acompañaba a su madre, Carola Fernán Gómez, en sus actuaciones y giras, así que cuando en el colegio de Santa Teresa comenzó a recitar poemas, el gusanillo ya estaba ahí. A los doce años, interpretó su primer papel en una representación escolar de 'El padrón municipal'.
Fue en plena Guerra Civil cuando ese interés comenzó a cristalizar en algo serio. Su nacionalidad argentina -nació en Lima pero fue inscrito unos días después en el registro de Buenos Aires-, le permitió eludir el servicio militar y comenzó a estudiar teatro y declamación con Carmen Seco en la Escuela Teatral de la CNT. Un año más tarde, no solo intervenía como comparsa en la obra 'Consejo de guerra' sino que se arrancaba a escribir las primeras comedias junto a su amigo Ángel García del Barrio. Precisamente son algunas de sus obras como dramaturgo y novelista las que flanquean la entrada a la muestra. Una edición de su primera novela, 'El vendedor de naranjas' (1961), reposa junto a varios números de la revista teatral 'Primer acto', con su rostro en la portada, o carteles y programas de mano de la época de obras como 'Un enemigo del pueblo' (Hendrik Ibsen y Arthur Miller), 'La vida en un bloc' (Carlos Llopis) o 'Cuando se espera' (Pedro Laín Entralgo), las tres dirigidas por el autor.
No es el único guiño a su faceta como escritor. En el hall principal y tras una vitrina, descansan decenas de ediciones de su gran éxito, 'Las bicicletas son para el verano'; en otra, novelas como 'La Puerta del Sol' o 'El viaje a ninguna parte' conviven con volúmenes recopilatorios de muchos de sus textos teatrales. Pero, sin duda, lo que más llama la atención de la estancia es la mesa sobre la que, como si fuera el escritorio del autor, descansa una de las muchas máquinas de escribir que atesoró el dramaturgo, una coqueta e impoluta Hermes Baby Featherweight, ideal para llevar de viaje, junto a tomos de 'El tiempo amarillo', su libro de memorias, la página original de un guion o una hoja donde se detalla el trabajo de cámara de una película.
Otra estancia, quizá la más fascinante por acercarse a la faceta más conocida y reconocida del genial artista, es la que recoge el trabajo de Fernando Fernán Gómez como actor. Guiones originales, fotocromos, facturas, carteles de películas o libretos se acompañan de atrezzo original de algunos de sus largometrajes más célebres. Ahí está, por ejemplo, la armadura utilizada en 'Don Quijote cabalga de nuevo' (Roberto Gavaldón, 1972), la coproducción hispanomexicana en la que Fernando Fernán Gómez daba vida a Alonso Quijano y que relataba lo ocurrido en aquel lugar de la Mancha, según Sancho, al que encarnaba Cantinflas. O el traje y el bastón que el actor utilizaba en 'El abuelo' (1998), la cinta con la que José Luis Garci adaptaba la novela de Benito Pérez Galdós. Todo ello, sin olvidar su labor como guionista o director de cine. Una de las maletas originales que los sufridos cómicos de 'El viaje a ninguna parte' portaban de pueblo en pueblo en la España de los cuarenta permanece junto a a la daga de uno de los personajes de 'La venganza de Don Mendo' (Fernando Fernán Gómez, 1961) y decenas de carteles de las películas que dirigió, así como guiones originales, cuadernos de notas y ediciones en VHS.
Entre las curiosidades, el visitante también encontrará algunos de los numerosos premios que recibió a lo largo de su vasta carrera. A saber, el Goya a mejor dirección por 'El viaje a ninguna parte' -la cinta, basada en su propia novela, se llevó tres galardones, entre ellos el de mejor película, en la primera edición de estos trofeos-, la pluma estilográfica que se le concedió con motivo de la toma de posesion del sillón B de la Real Academia de la Lengua Española en el año 2000, el Oso de Honor que le otorgó la Berlinale en 2005 o el premio Max a mejor autoría teatral que recibió en 2003 por 'Defensa de Sancho Panza'.
La exposición, que permanecerá abierta hasta el 27 de noviembre, de lunes a domingo y en horario de 16:00 a 21:00 horas, fue inaugurada con unas palabras del hijo del autor. «Es la exposición que le debía a mi padre», explicaba Fernando Fernán Gómez, «y es una continuación de los eventos del año 2020, en el que se cumplía su centenario, y pueden ver su vida desde que era casi un recién nacido hasta sus últimas películas, así como todos los recuerdos que puede atesorar un artista a lo largo de su carrera». Miembro de la SGAE desde 1953, Fernán Gómez tenía 70 obras registradas en la sociedad.
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