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Paz Vega (Sevilla, 1976) se despide de Bilbao tras las seis semanas de rodaje de 'No puedo vivir sin ti', una comedia de Santiago Requejo en la que da un ultimátum a su marido, un consultor colgado del móvil: o su familia o su trabajo. ... La actriz confiesa que, aunque quiera, no ha podido desprenderse del teléfono en estos últimos meses, en los que ha rodado '1992', una serie de terror de Álex de la Iglesia ambientada en la Expo de Sevilla, además de dirigir su ópera prima, 'Rita', la historia de una niña en los 80 en un barrio popular de la capital andaluza.
–¿Estar todo el día pendiente del móvil lo ve como un motivo de divorcio?
–Sí, es un tercero en discordia. Esa necesidad de estar siempre conectado se verá dentro de poco en los juzgados como causa de divorcio, porque se interpone en tu relación. En una época en la que estamos más conectados que nunca también estamos desconectados entre nosotros.
–¿Y qué hacemos con los niños y las pantallas, usted que tiene tres hijos?
–He pasado por eso. Tienen 16, 14 y 13 años. El pequeño todavía no tiene móvil ni lo pide, creo que ha visto lo que ha pasado con sus hermanos y no siente la necesidad. Darle un móvil a tu hijo es darle un arma. Debería haber una ley que lo prohíba.
–Tiene un perfil de Instagram donde solo cuenta sus trabajos. Con el tiempo, uno aprende a manejar las redes para evitarse disgustos.
– Las redes son una herramienta útil si las sabes usar, si no, pueden ser muy destructivas. Yo solo las uso para anunciar proyectos, cosas de publicidad... El ámbito privado debería ser eso, privado. La gente tiene curiosidad en ver tu día a día, pero hay que tener muchísimo cuidado con eso. Es vender tu alma al diablo, y yo no estoy dispuesta.
–La conocimos hace casi 25 años en '7 vidas'. Se siente a gusto en la comedia.
–Sí. Me lo paso bien, me relaja. Empecé con grandes maestros: Javier Cámara, Blanca Portillo, Amparo Baró, Toni Cantó... En Estados Unidos en cambio he hecho cositas de acción, me gusta mucho lo físico.
–¿Le gusta el concepto de internacional para definir su carrera?
–Ese concepto es obsoleto, ahora todo es internacional. En mi época tenías que viajar, pero con las plataformas ruedas en España y se ve en todo el mundo. Los idiomas, los acentos, se ven ahora con naturalidad, algo que yo luché cuando tuve que irme en busca de oportunidades.
–Ha trabajado con Almodóvar, Adam Sandler, Morgan Freeman, Nicole Kidman, Stallone... ¿Quién le ha sorprendido más?
–Curiosamente los nombres más apabullantes son la gente más normal, trabajadora y menos diva. Otros sin tanto nombre han resultado ser más 'pain in the ass'. Son justo lo que que no hay que ser, los que llegan una hora tarde o no se saben el texto bien. Al final, en este trabajo eres una más. Y tras dirigir 'Rita' me reafirmo. Puedes actuar en una escena de manera sublime, pero si el ayudante de producción no ha cortado la calle y se cuela el ruido, no vale. Nadie más implicado en el set, más cercano, que Morgan Freeman; pese a su imagen gélida, Nicole Kidman es muy divertida, una payasa; y Sylvester Stallone, que para ti es Rocky y Rambo, porque has crecido con sus películas, resulta un padrazo campechano, con su puro en el set. Me siento una privilegiada por haber trabajado con gente tan de puta madre.
–Su debut como directora, 'Rita', sigue a una niña en un barrio popular de Sevilla durante los cuartos de final de la Eurocopa de 1984. ¿Esa niña es usted?
–Sí y no. Para mí el cine es una verdad embellecida, y yo quería contar la historia de una niña a la que, por desgracia, le ocurre algo que sigue pasando hoy en día. Y me la llevé a mi pasado en Sevilla. Hay nostalgia por una época que nunca va a volver, con niños que se manchan las manos, con costras en las rodillas, que juegan en la calle a la pelota y los cromos... Quiero enseñarles a mis hijos cómo fue la infancia de su mamá.
El miedo irracional a estar sin el móvil tiene un nombre: nomofobia. Es el trastorno que intentará superar mediante la terapia el marido protagonista de 'No puedo vivir sin ti', la comedia que Santiago Requejo ha rodado durante seis semanas en Bilbao, Getxo, Zamudio y Santurtzi. Ayer tan solo les quedaban unos pocos planos y recogían el chalé de la urbanización La Galea, en Getxo, que ha servido de domicilio familiar. El equipo de rodaje lo ha puesto patas arriba durante dos meses y ahora les tocará devolverlo tal como estaba a sus propietarios. Paz Vega es la estrella del filme, pero en Argentina cederá el mejor sitio del cartel a su marido en la ficción, Adrián Suar, un popularísimo actor de comedias taquilleras, que estas semanas ha estado encantado de disfrutar del anonimato entre nosotros. «Bueno, no soy Messi, que no puede caminar por la calle», puntualiza. «También vivo con agradecimiento la popularidad en Argentina, no soy de los que se queja, porque he luchado toda la vida para eso». Suar admite tener una relación estrecha con el móvil, aunque no llega a la de su personaje. «Pregunté a personas cercanas y me encontré con historias parecidas a las de la película, por eso generará tanta empatía».
Santiago Requejo, que debutó con 'Abuelos' y estuvo en la 'shortlist' de los Oscar con su corto 'Votamos', confiesa que lo primero que hace al acostarse y despertarse es mirar el móvil. «Cuando caí en la cuenta de ello supe que tenía un problema. El móvil nos quita tiempo con las personas, y eso era un punto de partida muy interesante para abordarlo desde la comedia elegante, basada en el slapstick físico». Coprotagonizada por Eva Santolaria y Ramón Barea, 'No puedo vivir sin ti' –título de una preciosa canción de Coque Malla que presumiblemente sonará en la banda sonora– se ríe de un drama cotidiano. «El móvil es una extensión de nuestro cuerpo. ¿Has comprobado cuántas veces lo desbloqueas al día?», reta el director.
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