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Imagen de la nueva 'Nosferatu'. RC
'Nosferatu': poesía malsana, guion yermo

'Nosferatu': poesía malsana, guion yermo

Se estrena una nueva versión del famoso vampiro creado por Bram Stoker, con un llamativo empaque visual y un reparto histriónico que no siempre acierta

Domingo, 29 de diciembre 2024

'Nosferatu' es una de las películas más esperadas del año que ya acaba, y no es para menos. Las sesiones en versión original subtitulada cuelgan el cartel de aforo completo en las pequeñas ciudades que tienen la suerte de contar todavía con una sala de cine que no se entregue directamente a las majors. El personal que abunda en estos pases puntuales es variopinto, ligado al círculo cinéfilo del lugar y al moderneo de provincias. Menos mal que existe, postureos aparte, un público atento a las tendencias artísticas, sobre todo en el cine y la música. Una audiencia que responde a la novedad y sigue con atención cualquier atisbo de sello autoral, sostenedora, junto a quienes peinan canas, del circuito de exhibición tradicional. Quien se mueve en este ambiente tiene que ver cuanto antes lo último de Robert Eggers, director y guionista de una nueva versión del mítico relato de Bram Stoker que se vende como un remake del clásico de Murnau de 1922.

Hay que degustar este estreno antes de que sea destripado en las redes, para poder hablar del filme con conocimiento de causa, para enaltecerlo o machacarlo. Es un acto social inevitable en estas fechas señaladas para un tipo de espectador, inquieto y versado, capaz de elevar un título a los cielos o enterrarlo en el infierno. Filias y fobias es lo que despierta esta propuesta visualmente impecable que confirma la trayectoria meramente formal de un cineasta personal para el cual el guion es una mera excusa para desplegar su imaginería visual. Se dio a conocer con la estimulante 'The VVitch', lo mejor de su carrera hasta la fecha, un perturbador drama rural con toques fantásticos que se quiso vender como cine de terror puro y duro, cuando era otra cosa.

Eggers continuó su filmografía con 'El faro', visto en varios festivales internacionales, una fértil muestra estilística de horror existencial con destellos de locura. Estamos hablando de un cine que se estrella contra el gran público pero hace historia. Grandes obras maestras del séptimo arte así lo certifican. La trayectoria artística del artífice de 'El hombre del norte', su anterior apuesta, no se debe a la taquilla. Resulta ingenuo, por tanto, esperar un blockbuster al uso, a pesar de la reconocida temática vampírica y a un exuberante plantel de actores. Ninguno de los títulos mencionados han dejado a nadie indiferente, con lo cual 'Nosferatu' no va a ser menos. Veremos si las cifras de recaudación acompañan al hype, léase «expectativa sobredimensionada». Visualmente ya cuenta con terreno ganado. Las imágenes de avance y los numerosos carteles difundidos a modo de teasers son de un exquisitez incontestable.

Eggers apuesta claramente por la atmósfera, con una fotografía excelente, entre tinieblas, repleta de claroscuros, a cargo de Jarin Blaschke -también colaborador de Shyamalan-, en detrimento de una historia lineal de fácil digestión que ya conocemos de sobra. De hecho, juega con la idea de que el espectador ya controla el siniestro relato de Stoker.

Un chupasangres más físico

El Nosferatu de Eggers es un chupasangres más físico, esquelético y pútrido, vinculado al satanismo. Es un demonio decadente, obsesionado con su amada, su fuente de vida y, a la postre, su muerte. En el patio de butacas sentimos el cosquilleo de las ratas correteando por el encuadre, notamos el hedor de la peste y la humedad del entorno. La viscosidad del ambiente, la tensión desgarradora y el miedo están ahí, pero nada tendría sentido sin la existencia del extraordinario filme de Murnau o el 'Nosferatu' de Herzog de 1979, adaptaciones vitales a las cuales hay que añadir, con referencias directas, el Drácula de Coppola del 92. Estamos ante un cine sensorial, que huye de la representación obvia. El libreto es un compendio revisable de los títulos de culto mentados, rendidos a la figura del gran vampiro.

El rimbombante reparto principal es lo más discutible de la película. Los hallazgos cinematográficos se enfangan con algunas interpretaciones discutibles. Bill Skarsgård -ojo a su dicción en la versión original- en su primera colaboración con Eggers. Ahora es el famoso no-muerto de tez pálida y cráneo rasurado en esta revisión que no es un remake al uso, pero calca algunos planos del material original. Choca que la bestia lleve un gran bigote, en plan cosaco. Muerde en el corazón y no en el cuello, reafirmando su lado romántico, además de gótico. Lily-Rose Depp, recuperada de 'The Idol', se marca una serie de contorsiones emulando a Isabelle Adjani en 'La posesión', aunque con menos contundencia. El «testigo» Nicholas Hoult pone cara de no haber roto un plato y se angustia con entrega, pero pierde carisma en cuanto deja de ser el foco de atención. Willem Dafoe, que ya dio vida a Max Schreck, el actor del filme mudo de Murnau, en la reivindicable 'La sombra del vampiro', se limita a defender uno de sus habituales roles paranoicos.

Rodar 'Nosferatu' ha significado la culminación de un sueño para Eggers, que de niño quedó prendado con la película original. Cuando era estudiante en el instituto, escribió y dirigió una adaptación teatral. Entonces entendió que quería ser director de cine. Así se entiende su empeño en reescribirla con sus obsesiones estilísticas, subrayando los pasajes líricos independientemente del texto. El libreto no vale nada, es el simple tablero sobre el cual colocar las piezas en pos del inquietante espectáculo, macabro cuando tiene que serlo. Más malsano que terrorífico, menos pérfido de lo deseado. También bufo y sonrojante en algunos momentos, pero siempre coherente con las manías expresionistas del director, amante absoluto del material de partida, al que rinde tributo con devoción y cierto esfuerzo incomprendido. La estética devora al fondo, la forma canibaliza el conjunto, pero el diseño de producción, la banda sonora, el vestuario y el olor a muerto merecen la pena en pantalla grande.

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