Muere Shelley Duvall, la actriz torturada por 'El resplandor'

Shelley Duvall ha muerto a los 75 años y la primera imagen suya que nos viene a la cabeza es blandiendo un cuchillo en los pasillos del hotel Overlook en 'El resplandor' (1980). Su personaje de Wendy Torrance, la sufrida esposa del escritor en blanco que encarnaba Jack Nicholson, contó entre nosotros con la voz de otra actriz de físico frágil, Verónica Forqué. Aquel rodaje que duró diez semanas más de lo previsto hasta alargarse trece meses ha pasado a los anales del cine por la meticulosidad de Stanley Kubrick, que volvió locos a sus actores.

La escena en la que Scatman Crothers enseña la cocina a Duvall se repitió 85 veces. La leyenda dice que el golpe con el bate de béisbol que la actriz propina a Nicholson no se dio por buena hasta la toma 127. Aquel estado de histeria permanente durante doce horas al día acabó pasando factura a la intérprete, que sufrió depresiones, problemas nerviosos y pérdida de cabello. La nominaron al Razzie a peor actriz y Stephen King, autor de la novela, odió la película y calificó el personaje de Wendy Torrance como el más misógino que había visto nunca: «Solo está ahí para gritar y ser estúpida».

Sin embargo, reducir la filmografía de Shelley Duvall a su película más popular sería muy injusto. Fue uno de los rostros imprescindibles del director Robert Altman, con el que trabajó en siete largometrajes. Nacida en Forth Worth (Texas) en 1949, Duvall conoció a Altman en una fiesta cuando tenía 21 años y era una estudiante universitaria de nutrición. El cineasta quedó prendado de su espontaneidad y de un físico delgado y desgarbado, muy de la época, en el que destacaban sus expresivos ojos de dibujo animado, convenciéndola para que aceptara un papel en 'El volar es para los pájaros' (1970), su primer trabajo en el cine. Después vendrían títulos como 'Los vividores' (1971), 'Ladrones como nosotros' (1974), 'Nashville' (1975), 'Buffalo Bill y los indios' (1976) y '3 mujeres' (1977), con el que ganó el premio de interpretación en el Festival de Cannes. A las órdenes de Altman también se convirtió en una Olivia de carne y hueso en 'Popeye' (1980), la adaptación de los 'cartoons' protagonizada por Robin Williams en una versión musical que permanece como uno de los mayores batacazos de la historia de Hollywood.

«La Buster Keaton femenina», como la calificó la crítica Pauline Kael, fue la actriz más cool cuando Woody Allen la contrató para un papelito en 'Annie Hall' (1977). Por entonces era novia del músico Paul Simon y bordaba los personajes de mujeres peculiares cuando no excéntricas. Los 80 y 90 dedicó sus energías a escribir y producir relatos televisivos para los chavales: 'Cuentos de hadas', 'Cuentos para dormir de Shelley Duvall'... Aparece en el reparto de 'Los héroes del tiempo' (1981), de Terry Gilliam; 'Roxanne' (1987), de Fred Schepisi; y 'Retrato de una dama' (1996), de Jane Campion. Hasta presentó el mítico espacio 'Saturday Night Live'.

Sin embargo, en 2009 diversas informaciones aluden al estado mental de la actriz. «Fui una estrella, tuve papeles protagonistas. La gente cree que alejarse de los focos es solo envejecer, pero no es así. Es violencia. ¿Cómo te sentirías si la gente fuera muy amable y, de repente, estuviera contra ti?», se sinceró en el 'New York Times'. Regresó a su rancho de Blanco, Texas, con su pareja desde 1989, el músico Dan Gilroy, exnovio de Madonna. En un programa de televisión aseguró que el sheriff de Nothingham (un personaje de Robin Hood) la perseguía y que Robin Williams seguía vivo.

«Mi querida, dulce y maravillosa compañera y amiga nos ha dejado. Ha sufrido demasiado últimamente, ahora es libre. Vuela alto, hermosa Shelley», ha escrito Gilroy al revelar la muerte de la actriz por complicaciones de la diabetes. Llevaba retirada del cine desde 2000 con la ignota 'Manna from Heaven', aunque el año pasado regresó con 'The Forest Hills', una cinta de terror con el juguete roto Edward Furlong, el niño de 'Terminator', y Dee Wallace, la mamá de 'ET'. Como Maria Scheider en 'El último tango en París', Shelley Duvall quedó marcada por un director que no dudó en cruzar la línea para obtener su interpretación soñada.

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