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A finales de los años 80, entre los rescoldos de la Movida y la barra libre del Gobierno socialista, aparecieron en Ibiza cuatro fulanos con hombreras imposibles y zapatos de punta que, armados de abanicos, encarnaban el pasote hedonista de drogas y cultura de club ... que se vivía en Ibiza. Un documental estrenado en Movistar Plus hace dos años descubrió que Locomía estuvieron a punto de petarlo en todo el mundo tras triunfar en España y América Latina, pero justo antes, en el cénit de su éxito, se autodestruyeron.
El director Kike Maillo ya tenía desarrollado el guion de su película sobre el grupo cuando se estrenó el documental. Así que prefirió no verlo y seguir adelante con un filme de ficción estrenado en el Festival de Málaga fuera de concurso, que se verá en los cines el 17 de mayo. Se titula 'Disco, Ibiza, Locomía', como la canción que cualquier mayor de 40 años lleva incrustada en el córtex cerebral'. Sus protagonistas no cantan y a duras penas bailaban. Se quisieron, se odiaron, se drogaron hasta las cejas y sus fans femeninas por alguna extraña razón no se daban cuenta de que eran gays hasta decir basta.
«Pierdes más aceite que la furgoneta de Locomía», decíamos cuando no sabíamos qué significaban las siglas LGTBI. Muchos los despachaban como un chiste, pero Locomía acabó simbolizando una España de bonanza y excesos que, como apunta Maillo en Málaga, quizá era más libre que la actual. «Mi mirada sobre los personajes es la de un hermano mayor que contempla sus equivocaciones con cariño. Les acompaño y nunca les miro por encima del hombro», precisa el autor de 'Toro' y 'Eva'. «En el cine y ya no digamos en el fútbol seguimos igual, sin que la gente tenga libertad para hablar de su identidad sexual. En aquella España de los 80 a Locomía se les tachaba de maricones, pero gracias a ellos muchos se atrevieron a contar lo que les pasaba».
El actor Jaime Lorente da vida a Xavi Font, el creador e ideólogo de Locomía, que a los 17 años vendía abanicos por las discotecas de Barcelona y customizaba túnicas de sacerdote. Hoy luce tatuajes tribales en su cráneo rapado tras cumplir una condena de tres años por tráfico de popper y éxtasis, aunque ese lado turbio no aparece en la película de Maíllo, luminosa y divertida. Blanca Suarez encarna a la guipuzcoana Lurdes Iribar, corista y responsable junto a Font del estilismo del grupo, a la que las fans odiaban al creer que era la novia de alguno de sus miembros.
'Disco, Ibiza, Locomía' empieza con una fiesta mítica: la del 41 cumpleaños de Freddie Mercury en el hotel Pikes, aunque en la ficción transcurre en la discoteca Ku. La leyenda dice que se consumieron 350 botellas de Moët Chandon y que los fuegos artificiales se vieron desde Mallorca. El productor musical José Luis Gil (arrebatador Alberto Ammann al borde de la caricatura) era uno de los asistentes e intuyó el potencial comercial de aquella panda de excéntricos que hacían postureo con sus abanicos. Presidente de Hispavox con 25 años, llevó las carreras de José Luis Perales, Mari Trini, Miguel Bosé, Enrique y Ana, Alaska y Dinarama y Nacha Pop, entre otros.
Font vivió en comuna con la primera formación de Locomía en un molino ibicenco que acabó ardiendo una noche porque alguien les quería mal. Gil les lleva a Madrid a grabar 'Taiyo' (sol en japonés) y descubre que ninguno sabe cantar, así que la voz grave que recita «moda, Ibiza, Locomía» es la del propio productor. Font no llega a ir de gira a América al ser sustituido. A cambio, le montan una tienda de ropa que fracasa. Después regresa y convence a sus antiguos amigos para que rompan el contrato con Gil, sin saber que a este no le costará nada lanzar de nuevo a Locomía con otros componentes.
«La de Locomía es una historia extraña y azarosa, de éxito y caída», describe Kike Maillo. «No he hecho un documental. No era ni soy fan del grupo y mi acercamiento no es un homenaje como 'Bohemian Rhapsody' y otros biopics musicales. Esto no es un documental, aunque el 90% de lo que ocurre es real. Tampoco hay un culpable, porque en esta historia todos son perdedores».
'Disco, Ibiza, Locomía' apuesta por el lado luminoso de un fenómeno que hoy resulta inevitable contemplar con simpatía. Se les acaba cogiendo cariño a estos zoquetes que tiraron todo por la borda y que han tenido destinos dispares. Santos Blanco, el 'rubio de Locomía', murió por causas naturales a los 46 años en un albergue social de Gijon en 2018. Menos de un mes después falleció Frank Romero de una infección de origen bacteriano.
«De Locomía me interesa lo que les pasó y lo que eso significa», recalca el director. «Hoy veo a mi alrededor que se busca el éxito per se, sin estar sustentado en nada más que ser famoso. Si alcanzas el éxito sin tener una base emocional o intelectual puede ser un mal compañero de viejo».
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