Borrar
El actor Bill Skarsgård. RC
Kill Boy: un cansino 'street fighter'

Kill Boy: un cansino 'street fighter'

Lo que aparentaba ser un vigoroso espectáculo de cine de acción en las imágenes de avance, compartidas en internet, acaba siendo un videojuego de lucha, menos absurdo de lo esperado, con un narrador insoportable

Jueves, 11 de julio 2024, 16:40

Bill Skarsgård se antoja el chico de moda. Además de encarnar al pérfido payaso Pennywise en la adaptación de 'It', con buena nota, y figurar en los créditos de alabadas películas como 'Barbarian' o 'El diablo a todas horas', parece opositar a héroe de acción juvenil tras dejarse ver en la cuarta entrega de la testosterónica saga 'John Wick' y repartir estopa sin parar en 'Boy Kills World' aka 'Kill Boy', lanzamiento que antecede al esperado reboot veraniego de 'The Crow', tres décadas después del clásico de culto protagonizado por el malogrado Brandon Lee. El estreno, con 150 copias en distribución y poca promoción, llega a la cartelera tras viralizarse un trailer frenético donde el actor sueco de reconocible físico, al que veremos a finales de año en la revisitación de 'Nosferatu' de Robert Eggers, se emplea a fondo exterminando a un ejército de enemigos sin escatimar en violencia gratuita con todo tipo de llaves de jiu jitsu, armas de fuego y objetos asesinos. Desmembramientos, cuellos partidos, hemoglobina a borbotones y gritos de dolor a destajo en una orgía de sangre y mutilaciones que recuerda al cine primigenio de Peter Jackson, 'Mal gusto' y 'Braindead', fusionado con la serie B actual de artes marciales (suena bien la combinación, pero...).

La excusa para abrir las puertas del infierno es una venganza implacable fruto de un trauma infantil incurable. La rabia corroe el alma del antihéroe protagonista en un mundo distópico donde una delirante familia de aristócratas narcisistas controla a la población empleando el miedo como arma infalible. Una suerte de 'Juegos del hambre' de serie Z, con una dirección de arte ajustada, con alguna sorpresa contada. Fanke Janssen es la matriarca del clan, explotando un papel poco explorado.

Boy, nombre del Bruce Lee de la función, es sordomudo, con lo cual alguien tuvo la brillante idea de incluir una voz en off con sus pensamientos a lo largo de toda la película, un recurso interesante que, lejos de cuajar, resulta irritante -¿estaba ya indicado en el guion o es un apaño surgido en la postproducción?-. Al margen de algún fugaz chiste ingenioso, la palabrería omnipresente acaba resultando sumamente cansina. Las coreografías de mamporros que prometían las imágenes de avance vistas online tampoco sorprenden. El conjunto acaba derivando en un divertimento con poca sustancia, más allá de las burradas filmadas con grandes angulares y cámara nerviosa, recordando a una estética noventera, mal llamada «de cómic», que no logra ocultar la falta de sustancia entre patada en la papada y cuchillazo en la entrepierna.

Puntapiés a porrillo

Skarsgård funciona como arma letal, un instrumento perfecto con la venganza como motor, saltando de pantalla en pantalla como en un videojuego de trillada programación. Su sentido de la justicia, tras ser entrenado por el maestro Tortuga de turno, permite al cineasta alemán Moritz Mohr, debutante en el formato largo, ofrecer al respetable una colección de sopapos co-firmados por dos rostros fundamentales en el noble arte de romper huesos en la reciente ficción de coces y quiebros. El menudo pero matón Yayan Ruhian, un mortífero saltimbanqui en 'The Raid', filme trepidante del que 'Kill Boy' es claro deudor, sin llegarle a la altura del zapato, infringe dolor en sus enemigos, al igual que Andrew Koji, al que no hay que perderse en la serie 'Warrior', un western con peleas impagables que ya cuenta con tres temporadas.

'Kill Boy' es un quiero y no puedo, o no lo consigo. El público acostumbrado a devorar cine oriental no tiene mucho que rascar salvo algunos momentos de agradecido humor negro gracias al slapstick, cuando la agresividad parece propia de un dibujo animado, o del cine mudo, con destripamientos que invitan a la sonrisa, o directamente la congelan. Si se entiende como un intento desvergonzado de perpetrar una cinta de acción escrita en una servilleta de bar, el espectáculo está garantizado, sin romperse la cabeza. Una verbena desvencijada de clichés sobre la nada al servicio de espectadores disfrutones que, mientras corra el rojo líquido elemento, no hacen ascos a una película montada y contada de aquella manera.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias Kill Boy: un cansino 'street fighter'