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Si serán adorables los Minions que hasta el Instituto Pantone del Color aumentó su gama con el Amarillo Minion, una tonalidad que la casa define como «iluminadora, energética, amistosa y amante de la diversión». Corría el año 2010 cuando Universal distribuyó en todo el mundo una cinta animada de su filial Illumination Studios, basada en una idea del español Sergio Pablos, que quiso otorgar el protagonismo a los malos que desafían a los héroes. Nadie podía esperar que las estrellas de la función serían los esbirros del villano, secuaces amarillo limón con forma de huevo, que hablan en un idioma ininteligible en el que a veces se pueden adivinar palabras como «banana».
La cuarta entrega, que llega el 3 de julio a las salas españolas, es en realidad la sexta, si sumamos 'Los Minions' (2015) y 'Minions: el origen de Gru' (2022). Hace ya muchos episodios que Gru abandonó el lado oscuro y se puso al servicio de la Liga Antivillanos. Padre de familia, ha sumado un bebé a su prole de tres niñas y sigue contando con la anárquica colaboración de los Minions, tan gamberros y divertidos como siempre.
Ahora Gru tiene el difícil cometido de pasar desapercibido en la nueva ciudad a la que se va a vivir para proteger a los suyos. La razón no es otra que la amenaza de un nuevo malvado, antiguo compañero suyo –promoción del 85– en el 'Hogwarts' para formar villanos en el que estudió. Maxime Le Mal (doblado por Will Ferrell en la versión original y Dani Martínez en castellano) tiene aires de diseñador de modas francés con su abultado abrigo de plumas verde y dorado. Le acompaña una estirada secuaz con pinta de modelo, Valentina (doblada por Sofía Vergara), que también pilota su nave. Con su pinta de ir vestido de arriba a abajo de Prada, Maxime Le Mal no solo domina a las cucarachas de la Tierra, sino que él mismo es capaz de convertirse en uno de esos bichos inespachurrables.
Los directores de esta entrega, Chris Renaud y Patrick Delage, saben que cada cierto tiempo toca una escena al servicio de los carismáticos Minions, cuyo infantil y travieso ejército se ve enriquecido con cuatro nuevos soldados, los Megaminions, dotados de superpoderes que solo acrecientan el desastre. Gru ya era en la primera entrega un villano gótico en declive frente a las nuevas formas de maldad. Ahora hasta se las tiene que ver con una niña con brackets, que resulta bastante más eficaz robando que él.
'Gru 4' contiene apuntes satíricos a cuenta de los pijos, las familias en apariencia perfectas y las modernas teorías educativas. Hay guiños pop al cine de superhéroes y a títulos como 'Terminator' y 'Harry Potter', así como muchas concesiones a la nostalgia de los padres que llevarán a sus hijos al cine, con dos hits de los años 80 dominando la banda sonora: 'Karma Chameleon' de Culture Club y 'Everybody Wants to Rule the World', de Tears for Fears. Por desgracia, Maxime Le Mal no está a la altura de Balthazar Bratt, el exniño prodigio de los 80 de la tercera entrega, que aparece brevemente al final de esta.
Quizá el principal problema de 'Gru 4', con su excelencia en la animación, sea el exceso de ideas que dispersa el hilo narrativo. Tan protagonista resulta el bebé que empieza odiando a su padre como el supervillano cucaracha. Y si bien no decae el ritmo a lo largo de los 95 minutos de metraje, se echan de menos más escenas de 'slapstick' absurdas y gozosas protagonizadas por los Minions o, mejor aún, los Megaminions. Con todo, las salas españolas y los padres de familia pueden respirar tranquilos este verano: 'Del revés 2' y 'Gru 4' son dos apuestas seguras que reflotarán una taquilla bajo mínimos.
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